“El Día de la Candelaria” celebrado cada 2 de febrero coincide con el que solía ser uno de los días rituales más importantes dentro del calendario mexica: la ofrendas a los “Tlaloques”, nombre de los ayudantes mitológicos del dios Tlaloc que se encargaban de esparcir la lluvia sobre la tierra.
José Antonio Robledo y Meza, catedrático del Colegio de Filosofía en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), asegura que este rito quedó plasmado en el Códice Florentino, Libro I, F. 22V “En la época prehispánica, a los sacerdotes que elaboraban las imágenes de los montes altos, relacionados con la lluvia, les ofrecían tamales”.
Según textos históricos, el tamalli era considerado un alimento centro del rito en el undécimo día del primer mes del calendario azteca. La fiesta de la Patrona de las Islas Canarias, la virgen de La Candelaria ha sustituido esta celebración.
El académico explica que en dichas ofrendas prehispánicas, siempre estaba presente el maíz, principal nutriente no sólo físico, también desde la perspectiva espiritual.
Comer tamales el Día de la Candelaria tiene un mismo origen con las antiguas ofrendas prehispánicas en la que se colocaban tamales a los dioses para que no faltaran las cosechas.
“Este 2 de febrero también ha devenido en una serie de tradiciones como el de la vestimenta especial que se le coloca a la figura del Niño Dios que ocupó la parte central del Nacimiento en los hogares mexicanos durante la Navidad. Todo para preparar el día de la deliciosa “tamaliza”, que es el ofrecimiento de tamales que hacen a sus invitados aquellos quienes corrieron con la suerte de encontrar el “muñequito” escondido en la rosca de reyes, la cual se comparte el 6 de enero”, dice.