Izúcar, municipio herido por sismo en Puebla, considerado la puerta de entrada de la Mixteca Baja Poblana, recibió los duros embates del sismo de 7.1 grados, sus 14 barrios y 21 colonias están golpeadas.
Viviendas, comercios, templos, edificios públicos y privados, la gran mayoría construidas décadas atrás con adobe (una masa de barro mezclado a veces con paja), se fracturaron y dejaron a miles de personas sin su patrimonio, sin empleo y con la esperanza derruida.
Para los habitantes de la región ha sido dura la pérdida de dos niñas durante el movimiento telúrico, pero también ver a decenas de hombres y mujeres trabajadores y honrados perderlo todo, quedar sin techo y sin negocio alguno.
Uno de ellos es Julián Torreblanca Molina, un peluquero de 67 años de edad, que se encuentra atónito parado en medio de un cuarto derruido, con muebles destrozados y con una imagen de un negocio que no tiene ni pies ni cabeza.
“Nos quedamos sin trabajo, sin ingreso… sin nada”, resume así lo sucedido. El cuarto está revuelto y se carece de algún atisbo para poder imaginar lo que fue hace un par de días, antes del sismo: “Peluquería Soriano” con 54 años de trayectoria.
Durante los últimos 15 años, dedicó su vida a cortar la melena de cientos de personas bajo la atenta mirada del dueño, un hombre que lleva semanas en el hospital y que no ha podido ver la destrucción de su histórico negocio.
“La peluquería ya no existe”, dice y señala con sus dedos hacía la nada, porque es cierto nada existe, sólo escombros. Aunque Julián se ha quedado con una preocupación: que hará para alimentar a su esposa y a sus cinco hijos.
“Ahora qué le hacemos… tengo 67 años y ya nadie le quiere dar trabajo a uno”.
Lo mismo ocurre en negocios asentados en calles completas, donde se observan pedazos derruidos, mercancía tirada y rostros desencajados, preocupados y a punto del llanto.
El alcalde, Manuel Madero González no oculta su preocupación ante las cifras que llegan tras las evaluaciones: 775 casas habitación con daños (180 completamente desplomadas), daños estructurales en todos sus templos (sobresalen afectaciones en la parroquia de Santo Domingo), penitenciaria a punto de colapsarse, al igual que el Hospital General y el principal Centro Escolar que albergaba a mil 300 estudiantes.
Por supuesto, la pérdida de vidas humanas. Dos niñas muertas, una de ellas cuando le cayó una barda y la otra durante la estampida humana que se registró el día del sismo en el Mercado Municipal.
“Jamás había ocurrido algo similar aquí”, dice y considera que el sismo del 7 de septiembre había provocado el primer paso para lo que hoy se vive: dejó fallas en estructuras y ahora el daño fue total.
El Ayuntamiento, en definitiva –sentencia- no podrá con la reconstrucción, será necesaria la ayuda federal ya sea a través del Fondo Nacional de Desastres Naturales o de otros esquemas, pues aún ni siquiera concluyen la evaluación en sus 10 juntas auxiliares.
El sismo de 7.1 grados que golpeó a 18 municipios de Puebla dejó 43 personas muertas, pero también tres mil viviendas, edificios públicos y comercios con daños desde leves hasta graves.
Un amplio corredor de la mixteca poblana sufre los mayores daños, entre ellos Izúcar, una región migrante y cañera por excelencia que debe su nombre a Mariano Matamoros, sacerdote liberal que organizó la sexta brigada con habitantes de la zona en la guerra de Independencia de México.
Es verdad, Izúcar de Matamoros está herido, pero no derrotado. El desastre ha despertado a toda una sociedad: decenas de jóvenes caminan por las principales calles con cartulinas pidiendo la donación de víveres y medicamentos para los damnificados; el zócalo está atiborrado de Centros de Acopio con personas entregando alimentos; y los pobladores retoman su vida diaria.
Fuente: www.eluniversal.com.mx