ESPN informa que Atlético de Madrid conquistó su tercera Supercopa de Europa tras vencer por 2-4 al Real Madrid gracias a un espectacular Diego Costa en el encuentro disputado este miércoles en Tallin; la primera final europea en que logra vencer a su máximo rival.
Para ello, requirió una prórroga más. Atlético de Madrid tuvo que complicarse la vida para salir adelante. No sabe hacerlo de otra manera. Se había adelantado a los 49 segundos con un golazo de Diego Costa, el más rápido en la historia de las finales de competición de la UEFA, pero en lugar de sacar provecho a su ventaja y resolver lo más pronto posible, se replegó dando vida a un ataque que se sabe letal. Aún sin un '7'.
Permitió que el que hasta hoy había sido el peor de sus verdugos, el que le ha arrebatado dos títulos de Champions en los últimos cinco años, diera la vuelta al marcador.
No hay derbi sin polémica. El capitán merengue Sergio Ramos puso el 2-1 pasada la hora de partido desde los once pasos después de que el árbitro concediera el tiro penal por una mano de Juanfran Torres dentro del área.
Ramos, en su papel de nuevo cobrador, se convertía así en el primer jugador del conjunto merengue en anotar al menos un tanto en dos Supercopas de Europa distintas, 2016 y 2018. Y se resarcía del error que había provocado que el encuentro empezara un minuto tarde para el Real Madrid y con un 0-1 en contra.
Los hombres de Lopetegui habían llegado a la cancha con la pesadez propia del final del verano, mientras el Atlético, como de costumbre, salió con el cuchillo entre los dientes. Y como de costumbre también, Diego Costa llevaba más ansias que el resto de acabar con esa dolorosa racha de descalabros europeos frente al vecino.
El '19' rojiblanco aprovechó un descuido de Sergio Ramos en un balón largo para batir a Keylor Navas antes de que se cumpliera un minuto de juego. Pintaba bien para los rojiblancos. Habían pegado antes de que el Real Madrid acabara de acomodarse y por una vez daban un paso en firme hacia el trofeo. Pero era demasiado temprano. Y demasiado sencillo para un equipo al que no le saben las victorias sin sufrimiento.
Fieles a su estampa, los rojiblancos se replegaron y dejaron que el partido se convirtiera en un ir y venir de los blancos. Lo habitual. Como también lo era la constante lucha - física - entre Ramos y Costa, que cuanto mejor se llevan en la selección, más duro se pegan como rivales. O la parada providencial de cada partido de Jan Oblak. Esas cosas que nunca cambian.
Pero el Atlético no estaba del todo listo. Físicamente, pues apenas hace una semana que recuperó a dos piezas clave, Griezmann y Lucas, ambos titulares. O mentalmente, pues ha sido la defensa, la línea más sólida de los rojiblancos, la que falló.
Tampoco parecía estarlo para el nuevo Real Madrid, que sin esa pesada carga de tener que buscar casi por inercia al mismo hombre en el área, juega con un ataque con mayor confianza en sus decisiones. Sobre todo para que la dupla protagónica asumiera, con convencimiento, el papel de goleadores.
A la media hora, Bale y Benzema se combinaron en la única jugada para enmarcar de los blancos. Una internada por la banda del galés resultó en un centro medido, precioso - con la derecha - y un cabezazo igual de calculado de Karim Benzema, que fue siguiendo el movimiento de su compañero hasta estar seguro de que podía clavarla en el fondo de la red.
Llegó el tanto de Ramos que rompió el empate y la zona rojiblanca de Madrid empezaba a oler a fatalidad. Simeone, suspendido, vociferaba en un palco sin poder hacer nada.
Pero si algo disfruta el Atlético es sorprender. Griezmann, perdido y aún con los músculos tiesos, dejó su lugar a Ángel Correa. Y todo cambió. Rodrigo tomó las riendas en la media - pese a que Modric había hecho acto de presencia antes de que se cumpliera una hora - y el '10' argentino dio mayor dinamismo al ataque rojiblanco. Poco a poco fueron empujando a los merengues en busca de un hueco hasta que llegó el que mayor ganas le tenía al Madrid, Diego Costa. Y con él, la prórroga.
Con algo de ayuda de Marcelo, eso sí. Un mal despeje del lateral brasileño acabó en un pase de Juanfran para que el atacante rojiblanco pusiera el 2-2 dando vida a los rojiblancos.
Y como el Atlético estaba empecinado en seguir a rajatabla el guión de sus grandes noches, el hombre que solo sabe marcar golazos fue el que decidió la victoria, Saúl Ñíguez. En el enésimo error defensivo merengue, esta vez de Varane, que no supo controlar el balón, Thomas aprovechó para ponerle un centro a Saúl, que como siempre, dejó sin aliento a los 13,000 aficionados en el estadio.
El canterano rojiblanco acabó de hundir a los merengues, que ya no supieron ni cómo fue que Diego Costa orquestó la jugada para que Koke marcara el 2-4.