ESPN informa que Real Madrid está en la final de Champions League por tercera ocasión consecutiva por cuenta de Karim Benzema, con un doblete, y Keylor Navas, que sostuvo el barco a flote hasta el último instante tras el empate 2-2 en la vuelta de semifinal ante el Bayern Munich, disputada este martes en el Santiago Bernabéu para un global de 4-3.
Un partido en que Benzema y James estaban destinados a marcar.
El primero para redimir su temporada, el segundo para cumplir con la ley del ex. Le sirvió solo al francés, que no había tenido una noche tan brillante desde esa épica jugada en el Vicente Calderón que llevó al Madrid a Cardiff hace un año.
Suyos fueron los dos goles que dieron el boleto a Kiev.
El resto lo hizo Keylor, que ante la desastrosa defensa merengue, lo ha parado casi todo.
Bayern venía con esa idea tan suya de meterle nervios al Madrid marcando lo más rápido posible. Su primer jugada fue una llegada de peligro; la segunda ya fue gol.
La defensa merengue no había escuchado la alarma. En dos minutos, los alemanes se adelantaron gracias a la astucia de Joshua Kimmich, que aprovechó un regalo de Sergio Ramos en un centro de Tolisso para poner el 0-1. Como en la ida. O como en los últimos cuatro partidos entre ellos, en los que el Bayern había tomado la delantera. Pero el Madrid conoce bien la historia y de esos, había ganado tres.
No desesperó. Aguantó como pudo los embistes del Bayern, con algo de oficio para poner un parche a los numerosos errores atrás y las pérdidas de balón, y con bastante suerte. Esa que lleva años sonriéndole cuando de Europa se trata. Y cuando no estaba muy ocupado solucionando sus problemas, buscaba el empate.
Pocos minutos después, lo encontró en el hombre de las semifinales. Karim Benzema.
De tarde en tarde, al francés le da por dar una explicación a los mimos de Zidane. Hoy fue una de ellas.
En un descuido de Alaba, aprovechó la confusión de la cobertura en cuanto Marcelo se colocó para centrar desde la izquierda para colarse con sigilo casi a la línea de gol ganándole la espalda al lateral del Bayern y poner el 1-1 de un cabezazo.
El tanto dio confianza al Real Madrid y furia al cuadro bávaro, que se veía de vuelta al principio. A dos goles de Kiev.
Como en la ida, tuvo el segundo más cerca que el Madrid. Pero no aprendió de sus errores, cuando no se le atravesó Keylor. O el error arbitral a favor de los blancos cuando no vio una mano en el área de Marcelo.
Solo faltaba que entrara en juego la suerte merengue. Esta vez lo hizo en forma de una cadena de fallos inexplicables de los alemanes. Un pésimo control de Tolisso, que perdió el balón y la ineptitud de Ulreich que no logra despejar, dejaron a Benzema en una situación inmejorable para poner el 2-1 con tan solo empujarlo.
Madrid se envalentonó y por momentos hizo parecer que le caería una cascada al Bayern. Entonces apareció James para redimirse de un clamoroso fallo en la primera parte a puerta vacía con un cruzado a un mal rechace de Navas para poner el 2-2. No celebró, tal como había prometido. No es que en el Bernabéu se le recuerde con particular cariño, pero James sabe que nunca se sabe qué pueda suceder.
Siguió buscando el gol. Quería ser el único en la cancha con oportunidad de coronarse por tercera ocasión. También Lewandowski. Y Müller. Pero Keylor también quería su tercer final y a ver a qué portero encuentra el Madrid con ese pedigree.