Jaume Sabartés, biógrafo y secretario personal de Pablo Picasso, decidió antes de morir que las 600 cartas que le había mandado el pintor entre 1927 y 1967 debían quedarse en Barcelona. Pero se las hizo llegar a Picasso, y este puso como condición firmada ante notario que no se podrían abrir hasta pasados 50 años. Cumplido ese periodo de silencio, una selección de un centenar de estas misivas se pueden ver por primera vez en la exposición Sabartés per Picasso per Sabartés en el Museu Picasso de Barcelona (abierta hasta el 24 de febrero).
Las cartas se presentan junto a una selección de retratos de Sabartés por Picasso y otros dibujos y documentos, algunos adquiridos en el 2008 por el museo a Pilar Solano, la mujer que cuidó en los últimos años a Sabartés. Se trata de una exposición (comisariada por Margarida Cortadella) que tiene más de documental que de pictórica y se completa con otra sobre Pablo Picasso i els editors Gustavo Gili (comisariada por Claustre Rafart) que presenta también por primera vez gran parte de fondo Anna Maria Torra i Gustau Gili Esteve adquirido por el museo en el 2014. Este fondo permite profundizar en la relación de Picasso con Barcelona y con el mundo editorial: se exponen las series de grabados sobre Tauromaquia y El entierro del conde de Orgaz. La exposición muestra una pieza curiosa: un reloj que Gustavo Gili regaló a Picasso de parte de Pepe Illo. Lo que había sucedido es que Picasso durante una corrida de toros en Arles en un arrebato de euforia lanzó al torero el reloj de Jacqueline. Gili lo quiso compensar y Picasso le regaló un carnet de dibujos que en una de las páginas muestra un reloj. Carnet que también se expone.
Las cartas de Picasso a Sabartés (y las mil de Sabartés a Picasso que se conservan en el museo Picasso de París) no suponen ninguna revelación extraordinaria pese al hermetismo decretado. Pero desvelan la intensa relación entre los dos personajes. Las cartas de Picasso son pequeñas creaciones que empiezan con el mismo sobre. A veces se escriben casi en clave, sobre todo si se trata de comentarios sobre amigos o políticos, como si supieran que algún día podrían leerse. En la exposición se muestra la colección de pin-ups enviados por Picasso a Sabartés con frases humorísticas. Una de estas misivas era el recorte de un anuncio de cochecitos infantiles Vedette publicado en La Vanguardia y Garbo , de 1962, donde se veía a una mujer joven con una niña desnuda en brazos. Picasso dibujó sobre el rostro de la niña unas enormes gafas, le puso gorra, como si se tratara de Sabartés, retocó los labios en posición beso y añadió la frase: “Ya está otra vez”. Se sabía que la mujer era Teresa Gimpera, pero ahora se ha conocido la identidad de la niña, María José Ballesteros.
Sabartés era objeto de bromas por parte de Picasso, que lo presentaba como protagonista de aventuras eróticas que poco tenían que ver con la realidad. Sobre una postal de una chica con bañador escribió: “Historias de tre(m)pà i fer rieure [sic]/ ja veus que ens recordem de ti i dels teus gustos”. En otra le dijo: “Aquí está la que tú quieres, la mujer loca de tus noches barcelonesas”. Y en los últimos años le dedicó varios dibujos y grabados donde lo presentaba como un sátiro que fantaseaba con sus vecinas .
Aunque las cartas están casi siempre escritas en castellano, a menudo mezclaban frases en catalán. En los primeros años, Sabartés le escribe alguna carta en catalán, con el encabezamiento “estimat Pauet”. La respuesta de Picasso es a “mon cher Jaumet”.
Sabartés siempre respondía a todas las cartas, e incluso era más prolijo. De hecho, su profesión fue la de periodista, ya que colaboró en numerosos diarios. A veces un mismo día podía hasta escribirle tres cartas. Una vez que hacía tiempo que no le llegaba ninguna a Picasso, este le escribió solo para preguntarle: “Amigo Sabartés, qué te pasa que no escribes”. Sabartés, que tenía fama de ser un hombre muy serio y recto, era siempre correcto en sus cartas y encajaba sin más las bromas de su amigo. En una ocasión en que Picasso le mencionaba su supuesta actividad sexual, Sabartés le respondió: “A la pija triste ni el diablo la endereza”.
La última parte de la exposición explica el papel clave de Sabartés en la gestación del museo Picasso de Barcelona. Un proyecto difícil dado el posicionamiento de Picasso contra Franco. De hecho cuando se abre el museo en 1963 se presenta oficialmente como “Colección Sabartés”. Y en la exposición se muestra un documento del ayuntamiento que presidía Porcioles donde se pide de cara a la inauguración que se limiten las invitaciones ya que “se trata de un acto al que no debe darse otra trascendencia que la derivada de su carácter especializado”.
Fuente: La Vanguardia