Medio siglo después de cuando comenzó a retar al sistema con sus canciones, en las que exhibía los excesos de los presidentes de la República y sus familias, el poblano Alejandro Lora Serna develó, en esta ciudad que lo vio nacer, una estatua en bronce, que lo inmortaliza en el Barrio de Analco, relativamente cerca de las calles en las que jugaba en su infancia, atrás de la iglesia de la Medalla Milagrosa.

Con exquisita ironía, el fundador y líder del legendario grupo El Tri llegó abordo de un autobús ADO, como narra una de las canciones célebres de su primera época, que relata el amor frustrado y la fuga geográfica a bordo de uno de estos vehículos.

En compañía del presidente municipal de Puebla, Luis Banck Serrato, su esposa Celia y un pequeño séquito de compadres, amigos y otros funcionarios del ayuntamiento, el poblano distinguido le quitó el velo a la escultura y acompañó la ceremonia con un improvisado boogie blues al son de “qué bonito es Puebla”.

Entre “cariñosas” mentadas de madre de la “banda”, como es la costumbre, Lora, quien apenas con 16 años tuvo su primera tocada con su entonces grupo Three Souls in my Mind, un ya lejano 12 de octubre de 1968, manifestó el orgullo de ser poblano y también agradeció al autor de la obra, Alejandro Rivera Vilchis.

“¿Están contentos cabrones?”, preguntó a las decenas de seguidores, principalmente jóvenes, que se dieron cita hacia las 14:00 horas de este martes en Analco.

“Me embarazada el gusto y la emoción y es para mí un orgasmo de felicidad, estar aquí en en la tierra de los borrachitos, los camotes, mi tierra; de toda la raza que me está haciendo aquí el honor, estas grandes personalidades. Quiero mencionar a la raza de la Sociedad de Autores y Compositores que está también aquí con nosotros (...) Es una pendejada no, no le damos un aplauso aquí a mi tocayo, Alejandro Rivera Vilchis, que fue el que hizo esta escultura”, soltó para provocar el reconocimiento al escultor.

El autor, “inventor”, dice él, de melodías como “Triste canción de amor”, “Chavo de onda” y “Las piedras rodantes” -por la que ganó un Ariel-, entre cientos más, rompió el esquema protocolario que habían trazado los funcionarios del ayuntamiento y que preveía que solamente el alcalde Banck y el rockero hablaría, y comenzó a repartir el turno al micrófono a diestra y siniestra, entre sus amigos, compadres, pero fue su “domadora”, Celia Lora, la más puntual: “a Alex ya le hicieron una estatua en Los Ángeles, otra en Guadalajara, y ya era necesaria una en su tierra natal”, dijo con alegría y cierto tono de reproche.

La efigie de Alejandro Lora Serna, quien ya años antes ha recibido la Cédula Real de la ciudad y un reconocimiento del Congreso del estado, mide poco más de dos metros y es una representación del poblano en concierto, con su guitarra y el rostro inspirado, como si estuviera en trance, a media interpretación.

Este 12 de octubre el Tri cumplirá 50 años de dar “gritos y guitarrazos”. La alineación del grupo ha cambiado con los años y es Alex Lora, con casi 66 años cumplidos, quien se ha convertido en ícono de su propia creación.