Un experto del Imperial College de Londres vincula, en parte, la derrota de Napoleón Bonaparte en Waterloo a la erupción de un volcán de una isla indonesia dos meses antes de la famosa batalla que cambió el curso de la historia europea. Los historiadores saben que las condiciones lluviosas y fangosas ayudaron al ejército aliado a derrotar al emperador francés en la Batalla de Waterloo aquel 18 de junio de 1815. Ahora, el doctor Matthew Genge, del Imperial College de Londres, asegura que las condiciones climatológicas que influyeron en este episodio histórico fueron consecuencia de la erupción del monte Tambora.
En su investigación, Genge descubrió que la ceniza volcánica electrificada de las erupciones puede ‘cortocircuitar’ la corriente eléctrica de la ionosfera, el nivel superior de la atmósfera responsable de la formación de nubes. Dos meses antes de la Batalla de Waterloo, el volcán Tambora, en la isla indonesia de Sumbawa, entró en erupción matando a 100.000 personas y sumergiendo a la Tierra en un ‘año sin verano’ en 1816.
Genge sugiere que la erupción de este volcán ‘cortocircuitó’ la ionosfera, lo que finalmente condujo a un pulso de formación de nubes. Esto trajo fuertes lluvias en toda Europa que contribuyeron a la derrota de Napoleón. Su trabajo, cuyos resultados se publican en ‘Geology’, muestra que las erupciones pueden arrojar cenizas a la atmósfera mucho más alto de lo que se pensaba, hasta 100 kilómetros sobre el suelo.
“Anteriormente, los geólogos pensaban que la ceniza volcánica quedaba atrapada en la atmósfera inferior, porque los penachos volcánicos se elevan con fuerza. Sin embargo, mi investigación muestra que las fuerzas eléctricas pueden disparar cenizas a la atmósfera superior”, explica.
Una serie de experimentos demostraron que las fuerzas electrostáticas pueden elevar la ceniza mucho más que por flotación. Así, Genge creó un modelo para calcular cuánto ascendería la ceniza volcánica cargada y descubrió que las partículas menores de 0,2 millonésimas de metro de diámetro podrían alcanzar la ionosfera durante las grandes erupciones.
“Los penachos volcánicos y las cenizas pueden tener cargas eléctricas negativas y, por lo tanto, el penacho repele la ceniza, impulsándola hacia lo alto de la atmósfera. El efecto funciona de forma muy similar a la forma en que dos imanes se separan si sus polos coinciden”, describe el investigador.
Los resultados experimentales son consistentes con los registros históricos de otras erupciones. Dado que los registros meteorológicos de 1815 son escasos, para probar su teoría, el doctor examinó los registros meteorológicos posteriores a la erupción de otro volcán indonesio en 1883, el Krakatau. Los datos mostraron temperaturas promedio más bajas y lluvia reducida casi inmediatamente después de que comenzara la erupción, y la lluvia a nivel global fue menor durante la erupción que cualquier periodo anterior o posterior.
También encontró informes de perturbación ionosférica después de la erupción de 1991 del Monte Pinatubo, en Filipinas, que podría haber sido causada por cenizas cargadas en la ionosfera desde el penacho del volcán. Además, un tipo de nube especial (noctiluciente) apareció con más frecuencia que de costumbre después de la erupción del Cracatoa. Estas nubes noctilucientes son raras y luminosas y se forman en la ionosfera. Por eso, Genge sugiere que estas nubes proporcionan evidencia de la levitación electrostática de las cenizas de grandes erupciones volcánicas.
“Víctor Hugo, en la novela ‘Los Miserables’, dijo de la Batalla de Waterloo: ‘Un cielo inusualmente nublado bastó para provocar el colapso de un Mundo’. Ahora estamos un paso más cerca de comprender la parte del Tambora en la batalla desde medio mundo de distancia”, concluye.
Fuente: La Vanguardia