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Viernes, 09 Febrero 2018 19:51

La boda de Valentina, otra apuesta del humor nacional

Por  Staff Puebla On Line

A pesar de lo aparentemente rígida que sea la comedia en el cine, sobre todo la romántica, la realidad es que existen muchas maneras de abordar el humorismo en un guión. No toda la comedia tiene que apostar exactamente por los mismos arquetipos y situaciones. El humor negro y absurdo, así como el observacional o el que posee tintes políticos y sociales ofrecen una gran gama de posibilidades narrativas. Sin embargo, la comedia en el cine mexicano actual se rehúsa a abordar estas corrientes. El templete de la comedia mexicana promedio no se desvía demasiado de ciertos mandamientos: girará en torno a la familia o a una pareja, los personajes pertenecerán a estratos sociales de clase alta, vivirán en zonas exclusivas de la Ciudad de México, todos serán desmadrosos, dicharacheros y, si acaso, tendrán algunos problemas cotidianos más o menos realistas, como los que vive la protagonista de Una Mujer Sin Filtro.

Habrá quienes aún pretendan vender la falacia de que el público mexicano no da para más y que sólo quiere ir al cine a desconectar la mente y no pensar en nada. La habilidad del mexicano de reírse de sí mismo es algo que puede ser aprovechado y llevado mucho más allá de la parodia autocomplaciente. Sin embargo, el grueso de los productores y realizadores en México prefieren un humor más tibio y que vaya a lo seguro, de ahí que cada mes tengamos en las salas de cine estrenos tan lamentables como Lo Más Sencillo es Complicarlo Todo o La Prima, comedias sin gracia que no hacen el mínimo esfuerzo para trabajar a sus actores, ya no digamos los guiones.

 

Por el lado de algo como La Boda de Valentina, la premisa tenía genuinamente potencial: jugar con las diferencias culturales entre Estados Unidos y México, dos naciones con una historia complicada y con fuertes contrastes dentro de sus fronteras. El reparto y ritmo narrativo de la cinta es el idóneo para el material; lamentablemente, no termina de crecer ante los ojos de la audiencia y, una vez más, todo se queda a nivel de anécdota.

En honor a la verdad, la calidad de esta cinta está muy por encima de los dos ejemplos mencionados, sin embargo, también cuenta con limitantes. La historia nos lleva al mundo de Valentina (Marimar Vega), una mujer que ha hecho su vida en Estados Unidos, alejada de los escándalos de su familia política, los Hidalgo. En el país del norte se ha comprometido con el galante Jason Tate (Ryan Carnes), miembro de una familia de empresarios de la nación de las barras y las estrellas. Sin embargo, los desfiguros de su hermano mirrey la obligarán a regresar a México, donde se verá involucrada en un asunto de apariencias y fachadas donde su expareja Angel (Omar Chaparro) regresará a su vida.

Fuente: TOMATAZOS

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