Un tanto criticado por tener un argumento enredado y un desarrollo no apto para espectadores vulnerables al mareo, “El último disparo” se defiende como puede ante las críticas de los cinéfilos, poniendo en la pantalla, como si de una jugada se tratase, a Bruce Willis y Hayden Christensen, visto ya en Star Wars, dos joyas del camino cinematográfico a la que su director Steven C. Miller apuesta sus fichas, aunque eso no da abasto con un argumento que no acompaña.

Will, interpretado por Christensen, es un corredor de bolsa financista de Wall Street que decide volver a sus lares, un nostálgico pueblo, para acudir en ayuda de su hijo quien es víctima de bullying. Es por ello que al llegar decide salir de paseo, como un típico recurso para reparar una relación y su conciencia, por lo que decide adentrarse nada más y nada menos, que en un bosque para enseñarle a cazar, y por lo tanto, iniciarlo en la técnica de disparo con el rifle. Pero ese último disparo, aunque ese disparo puede que sea de vida o muerte.

Es que en medio de lo que parece un sueño dorado en la relación entre un padre y un hijo, en las inmensidad de un bosque de “película”, Will se encuentra en el camino con el Jefe de la policía local quién les advierte que tengan cuidado ya que recientemente hubo un robo en el banco local, y al parecer la zona está caliente. Algo que se acentúa más tarde, cuando Will y su hijo son testigos del intento de asesinato de un hombre.

Un thriller que pone al espectador en vilo de descubrir la verdad pero confunde en su devenir, pasando por la aventura y el misterio para de repente encontrarse con una disputa entre ladrones de bancos, un asesinato absurdo y así el resto es domino, con un padre que más que resolver, confunde y un policía que hace lo que puede, viéndose ahora todos involucrados en una red de corrupción que llega hasta los más altos niveles de la policía local.

Fuente: ELINTRA