AutoCosmos informa que por lo general cuando se habla de un muscle car, vienen a la mente esos clásicos deportivos estadounidenses que causaron asombro y envidia alrededor del mundo gracias a la potencia desbordada que ofrecían sus gigantescos y sedientos motores de ocho cilindros. De hecho, fue tal su éxito que durante la década de los 60, prácticamente todos los fabricantes en el vecino país del norte tenían un contendiente en esta desenfrenada guerra para ver quién tenía más caballos de fuerza. Lamentablemente, producto de la crisis petrolera de 1973 esta época de esplendor encontró un rápido fin, resultando en la extinción masiva de la gran mayoría de estos titánicos ejemplares y aquellos que siguieron con vida vieron mermadas sus prestaciones hasta cifras casi ridículas.
Pues bien, México no fue ajeno a esta tendencia ya que dentro de nuestras fronteras surgieron algunos raros ejemplares endémicos como el poderoso Valiant Super Bee o el mitológico Maverick Shelby, siendo especímenes altamente ambicionados por los coleccionistas extranjeros. Cabe destacar que el músculo mexicano estuvo un poco al margen de los problemas internacionales por lo que los muscle cars nacionales estuvieron vigentes hasta 1984, debido a que un año antes el gobierno de nuestro país había emitido un decreto automotriz que prohibió la comercialización de todos los automóviles impulsados por motores de ocho cilindros.
Por fortuna, los muscle car con el sello “Hecho en México” no se despidieron sin antes dar pelea, teniendo en el Chevrolet Monte Carlo SS 1984 al último gran representante de esta especie. Es así que un auto único y poderoso, capaz de avergonzar a sus primos estadounidense, fue el encargado de cerrar con broche de oro la época del músculo mexicano.
Déjate sorprender y conoce la historia de este icónico deportivo que se ha convertido en un objeto de deseo por parte de los entusiastas no sólo de México, sino de todo el mundo.
MEJOR QUE EN EL "GABACHO"
Cuando el Chevrolet Monte Carlo debuta en México en 1981 ya presumía desempeño dinámico bastante satisfactorio para los estándares de la época. La respuesta del motor ocho cilindros era contundente pero sedosa al mismo tiempo. Después de todo no hay que olvidar, que más que un deportivo, se presentaba como un coupé elegante y personal que pretendía conquistar al público burgués de esa época. Algo claramente ilustrado en su campaña publicitaria que tenía por slogan “Monte Carlo, cuestión de criterio muy personal”.
Lamentablemente, como se explicó con anterioridad, la vida comercial de este modelo fue corta gracias a la prohibición de los motores de ocho cilindros. Pero alguien en General Motors de México tuvo una grandiosa idea “despedirlo con altos honores” Después de todo la casa matriz en Estados Unidos había lanzado una versión Super Sport por lo que prácticamente sólo había que tropicalizar este concepto para los gustos y necesidades del público mexicano.
Pero los ingenieros se encontraron un “pequeño problema” y es que los Monte Carlo SS estadounidenses estaban impulsados por un V8 de 305 pulgadas cúbicas con 180 Hp y 253 lb-pie, potencia que era fácilmente superada por los modelos mexicanos desde su versión base gracias a que de acuerdo a datos de homologación de la Secretaria de Patrimonio y Fomento Industrial su motor 350 cui producía la nada despreciable cifra de 190 caballos de fuerza. De hecho, el único punto de encuentro entre estos modelos era la caja automática de tres velocidades.
Dándose cuenta del enorme potencial que tenían ante sí, General Motos de México puso manos a la obra. El resultado fue espectacular y es que si bien tanto el Monte Carlo SS estadounidense como el mexicano compartían elementos cosméticos como el frente estilo NASCAR (campeón consecutivo de este serial entre 1984 hasta 1987), las calcomanías laterales, así como los colores de carrocería azul o blanco, el modelo producido en la planta de Ramos Arizpe, demostró ser mucho más temperamental.
Y es que el conjunto mecánico presumía una configuración única. Para empezar, la potencia del V8 350 cui se elevó hasta los 265 Hp gracias a la implementación de un carburador Rochester Quadrajet de cuatro gargantas, mientras que la transmisión automática fue sustituida por una robusta caja manual Hurst de cuatro velocidades con diferencial DANA 44. Por cierto, los característicos rines “ajedrezados” aportaron un distintivo extra a este modelo.
Simple y sencillamente no había auto más poderoso que este a la venta en nuestro país. Su más acérrimo rival el Dodge Magnum anunciaba una potencia de 210 Hp y el Mustang aún en su versión SVO (también diferente a la estadounidense) se quedaba en unos lejanos 165 caballos de fuerza. Bueno incluso un Corvette C4 de época tenía que conformarse con sólo 205 Hp, aun compartiendo el mismo motor.
Por supuesto que esta situación fue bien aprovechada por General Motors que la explotó en sus comerciales televisivos que anunciaban este poderoso modelo. “El espíritu deportivo que todos llevamos dentro surge…Chevrolet Monte Carlo Super Sport 84, el auto más veloz de México” … era el mensaje que se transmitía en los horarios estelares cuando la programación estaba dominada por telenovelas como La traición; Principessa o Sí, mi amor.
Puertas adentro, el mayor diferenciador residía en el llamativo habitáculo en color azul tomado directamente del Pontiac Grand Prix de aquella época. Asimismo, el Monte Carlo SS mexicano se distinguía por su volante deportivo “especial” con las siglas GM al centro, así como el hecho de prescindir de cristales eléctricos debido a una curiosa reglamentación gubernamental de entonces.
Por cierto, los éxitos musicales de 1984 como Hombre Lobo en Paris (La Unión); Triste Canción (El Tri); Panama (Van Halen) o Major Tom (Peter Schilling) podían ser reproducidos a todo volumen a través de un sistema de sonido firmado por Clarion.
Por estos y otros motivos, el Monte Carlo SS mexicano es modelo único digno de conservar. De hecho, no resulta raro que alguno que otro “gringo loco” cruce la frontera para adquirir uno de estos deportivos que bien podrían considerarse como tesoro nacional. Pero, dejemos la teoría atrás para conocer de primera mano la experiencia de Franky Mostro un verdadero entusiasta del último muscle car mexicano.
EL MOSTRO DEL FRANKY
Si existe una persona que viva al máximo la pasión por los muscle cars en México ese es Héctor de Losada, mejor conocido en el ambiente automotriz como Franky Mostro, quien en esta ocasión nos facilitó un poco la tarea de buscar por cielo y tierra una unidad, al compartir con nosotros la historia que lo liga a su Chevrolet Monte Carlo SS 1984 nacional.
De hecho, podría decirse que el amor que profesa este ser de ultratumba por los grandes motores de ocho cilindros nació por culpa de este modelo. “Me enamoré de este auto cuando lo vi por primera vez en un viaje que realicé a Acapulco con mis amigos de la juventud. Ya que mientras nosotros viajábamos en un Gremlin, unos chavos de nuestra edad hacían lo propio en un Monte Carlo SS azul del año. Dicen que la envidia de la buena no existe, pero desde ese momento me propuse que algún día iba a tener uno”.
En este sentido, Franky se tomó muy enserio esta promesa ya que hizo todo lo posible por adquirir uno, aunque sin mucho éxito hasta que un día tuvo un golpe de suerte que cambiaría su vida. “Pasaba diario por un fraccionamiento de Azcapotzalco en la Ciudad de México, cuando me encontré una unidad parada. Contacté al dueño, aceptó venderlo y para ello no sólo tuve que deshacerme de mi auto del año (un Volkswagen Golf 1994) sino también poner una lanita extra”.
Para quienes conozcan el trabajo de Franky, sabrán que su sello personal consiste en modificar sus autos para brindarles un desempeño superior y esta no es la excepción, ya que, según cuenta, la potencia que brindaba el motor V8 350 era insuficiente para su gusto por lo que decidió llevarlo a otro nivel. “Incrementé la cilindrada del motor hasta convertirlo en un 388, le bajé el paso a 373 y le puse diferencial blocante. Nunca lo he metido a un dinamómetro, pero es fácil adivinar que eroga más de 300 caballos de fuerza”.
Como es de esperar, las anécdotas no se han hecho esperar, pero hay una que permanece en su mente, misma que provoca que se dibuje un gesto que combina alegría, nostalgia y hasta pena… ¡si señores Franky es humano y tiene sentimientos!
“Me lo llevé a Acapulco para impresionar a una amiga gringa. Logré mi cometido pues le gustó mi auto, pero no contaba con que de regreso a la Ciudad de México se iba a descomponer. Se le movió la tuerca del tiempo, el motor se calentó prácticamente hasta derretirse, con cuatro pistones y cascabeleando, pero llegamos a nuestro destino”, rememora.
La tentación por deshacerse de su primer muscle car se ha hecho presente, ya que incluso uno de sus mejores amigos lo ha tratado de convencer para que venda su automóvil porque considera que el auto es feo. “Es un auto único, ni siquiera los gringos lo tienen y es un clásico, pero sobre todo me gusta”.
Por último, la unión que existe entre el Mostro y su Monte Carlo SS podría extenderse más allá de esta vida, ya que, de acuerdo a sus palabras, este auto lo acompañará incluso hasta en su funeral. “Como los Vikingos me van a incinerar con él…No busquen a mi viuda porque el auto se irá conmigo”, sentencia un orgulloso Franky.