La decisión del presidente de México, Enrique Peña Nieto, de invitar a Donald Trump a suelo mexicano no pudo tener un resultado peor a los ojos de la mayoría de los mexicanos y los analistas políticos en ambos lados de la frontera, donde el candidato republicano quiere construir un gran muro y obligar a México a pagarlo.
La opinión general es que el mandatario mexicano dejó a Trump salirse con la suya. Peña Nieto le ofreció en bandeja de plata la oportunidad de actuar como jefe de Estado a un candidato que está tratando de demostrar que pertenece en el escenario mundial, al permitir que su avión aterrizara en el hangar presidencial de México y al despachar un helicóptero de la presidencia para que lo trasladara a la residencia oficial. Y durante la conferencia de prensa, después de su reunión, cada uno tenía su propio podio, al igual que durante una visita de jefe de Estado. Lo único que faltó fue una bandera estadounidense.
“Peña jugó y perdió”, dijo Macario Schettino, profesor de política del Tecnológico de Monterrey. “Y el problema es que esta siempre fue una apuesta arriesgada. Todos sabíamos de antemano cómo es Trump, y cómo iba a resultar”.
Una encuesta en el diario Reforma el miércoles mostró que 85% de los mexicanos desaprobaba haber invitado a Trump, y 72% pensaba que debilitaba al gobierno mexicano.
“Indignó a la opinión pública en todos los niveles, incluyendo a una gran cantidad de personas dentro del gobierno”, dijo Andrés Rozental, ex diplomático y analista mexicano. “En un momento de gran divergencia con respecto a la política y la economía del país, Peña ha logrado unir a la gente en contra de esta decisión”.
Peña Nieto defendió su decisión de reunirse con Trump en una columna de opinión publicada el miércoles en el diario El Universal de México. “El diálogo es un principio básico de la democracia”, escribió. “Estoy convencido de cuanto más grandes son las diferencias, más se necesita del diálogo”.
Sólo horas después de la visita de Trump a Ciudad de México, el candidato republicano pronunció un encendido discurso en Phoenix en el que repitió su política de inmigración, incluyendo la idea de deportar a millones de mexicanos indocumentados en Estados Unidos y dijo también enfáticamente que México pagaría por el muro fronterizo.
“Fue una humillación completa de México y de Peña Nieto”, dijo Isaac Katz, economista mexicano.
Con unos índices de aprobación de 23%, es el líder mexicana menos popular desde que el diario Reforma empezó a hacer la medición en 1995. Es probable que su popularidad caiga aún más, lo que limitaría el poder de maniobra de Peña Nieto a dos años de terminar su gobierno y posiblemente causará divisiones dentro de su Partido Revolucionario Institucional.
“Se está convirtiendo en una figura tóxica dentro de su propio partido”, señaló Jesús Silva Herzog, analista político. Su posición débil le dará menos influencia sobre la selección de candidato de su partido para las elecciones de 2018, agregó.
La visita causó indignación incluso en el resto de América Latina. Los comentaristas de la popular emisora de radio colombiana La W, opinaron el jueves que Trump había tratado mal a Peña Nieto, lo había humillado mientras se veía más presidencial. Julio Sánchez Cristo, el anfitrión, incluso observó cómo Trump apareció físicamente imponente junto al diminuto líder mexicano. “Era mucho más grande”, dijo Sánchez Cristo.
Desde el principio, la candidatura de Trump ha sido un reto para México. El magnate de bienes raíces inició su apuesta por la Casa Blanca con un ataque contra México, diciendo que estaba aprovechándose de EE.UU., robando puestos de trabajo a través del libre comercio y enviando a sus peores ciudadanos a través de la frontera, incluyendo violadores. El candidato propuso una “muro grande y hermoso”, y dijo que incluso México pagaría por éste.
Para muchos mexicanos, Trump encarna la idea del “estadounidense feo”, dijo Schettino. Se trata de un tema muy sensible para un país que perdió la mitad de su territorio ante EE.UU. en la Guerra México-Americana de 1847.
“A la gente aquí no les gusta que sus líderes hagan el papel de tapete de bienvenida, y en la calle algunos podrían ver esto como una traición”, dijo Schettino.
El veredicto en los periódicos de México fue implacable el miércoles. “Usa Trump a EPN”, dijo el titular de Reforma. “Otro ladrillo en el muro”, declaró el diario El Economista.
A medida que la visita a México se desarrollaba, por un momento pareció que Peña Nieto podría arrebatar la victoria de las fauces de la derrota. En la conferencia de prensa conjunta después de su reunión privada, Trump fue inusualmente conciliador, diciendo que pensaba que los mexicanos eran gente “fabulosa” y bajó el tono de su retórica sobre inmigración y comercio.
Pero Trump reiteró que quería construir un muro en la frontera para hacer frente a la inmigración ilegal, y agregó que la discusión sobre el pago vendría en una fecha posterior.
Peña Nieto no le pidió a Trump la disculpa que muchos mexicanos querían escuchar. Tampoco desafió la afirmación del estadounidense de que el par no había discutido sobre quién pagaría el por el muro.
Solo horas después, el líder mexicano dijo que la había dicho al candidato en la reunión privada que México no pagaría por el muro.