El multimillonario Alberto Bailleres González se ciñó al pecho la medalla Belisario Domínguez y, ante los tres poderes del Estado, reinvindicó el reconocimiento para el empresariado de México.
“Se reconoce a los mexicanos dedicados a la labor empresarial”, reiteró el magnate.
Para el galardonado, México tiene problemas, pero los superará cuando los mexicanos se unan “y seamos capaces de desterrar el pesimismo”.
Ahí estaba el titular del Ejecutivo, Enrique Peña Nieto; del Judicial, Luis María Aguilar Morales, y por el Legislativo el presidente del Senado, Roberto Gil Zuarth, el anfitrión.
Invitados varios los potentados, encabezados por Claudio X. González, el ideólogo y operador de los magnates del país y padre del principal orquestador de la represión a los maestros que llama “terroristas”.
La medalla lleva el nombre del senador chiapaneco asesinado por el usurpador Victoriano Huerta por haberlo criticado y Bailleres cubrió de elogios a sus promotores.
A Peña y al Congreso los felicitó por las reformas estructurales y con ese mismo ánimo, dijo, “atisbó el resplandor”, porque “nuestro país está llamado a la grandeza”.
Emocionado, Bailleres besó la medalla Belisario Domínguez, que nació como un homenaje a la dignidad de un senador. La presea se creó para premiar los mexicanos que se han “distinguido por su ciencia o su virtud en grado eminente como servidores de nuestra patria o de la humanidad”.
Ahora Bailleres es uno de ellos y a los críticos del premio respondió la senadora panista Mariana Gómez del Campo: “Seguro alguno de ustedes tiene una credencial del ITAM o una tarjeta de crédito del Palacio de Hierro”.
El empresariado está feliz, reconoce el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Gutiérrez Candiani. “Es un gran reconocimiento, muy merecido”.