Milenio recuerda que para Guadalajara, es real El Tesoro de la Sierra Madre, parafraseando la famosa novela de Bruno Traven: la extensa red de montañas que la separan del mar se mantiene como la barrera formidable en la que se estrellan los eventos meteorológicos más extremos, como el megahuracán “Patricia”, el pasado viernes 23 de octubre.
Un dato revelador de ese valioso servicio fue difundido ayer por la Comisión Nacional del Agua: sus estaciones hidrométricas ubicadas en las reservas protegidas Nevado de Colima, del Eje Neovolcánico, y Sierra de Manantlán, de la Sierra Madre del sur, midieron, al paso de “Patricia” una captación, respectivamente, de 383.2 y 297.4 milímetros de agua, cantidad de agua equivalente a entre 40 y 30 por ciento de lo que llueve en todo un año en la capital del estado, y que caída en pocas horas significa magnitudes catastróficas en cualquier asentamiento humano.
Esto significa que esas cordilleras retienen buena parte de las lluvias y vientos, y además, “son los bosques intactos de estas montañas los responsables de la mitigación de graves daños a la sociedad al evitar enormes avalanchas de lodo y piedras”, sostiene el director del Parque Nacional Nevado de Colima, José Villa Castillo, quien destaca la gran oportunidad de que la sociedad reconozca el valor de conservación de la gran barrera natural.
La capital de Jalisco se ubica a 215 kilómetros en línea recta de Puerto Vallarta, y unos 260 km de Barra de Navidad. Esa distancia debe ser cubierta en carreteras sinuosas que aumentan considerablemente distancias y tiempo por librar los grandes macizos orográficos. Las montañas dominan el territorio de modo casi total: las llanuras costeras en el estado son relativamente cortas, así como los valles intermontanos, mientras las sierras suelen ingresar al mar entre Cihuatlán y Vallarta, lo que caracteriza un paisaje abrupto e irregular, permite florecer una gran diversidad biológica –notables diferencias de altitud a cortas distancias abre paso a un mosaico de ecosistemas- con muchas estampas espectaculares, pero además, contienen en cuanto llega del mar, cualquier tormenta o huracán, sea cual sea su intensidad.
La línea de montañas de la costa corresponde casi completamente a la Sierra Madre del Sur, que parte de la Bahía de Banderas y se topa hasta el Istmo de Tehuantepec. Pero a unos 150 kilómetros al sur de Vallarta, se encuentra con la parte más occidental del Eje Neovolcánico, coronado por las grandes cumbres del volcán de Fuego y el Nevado de Colima. Hacia el este, la barrera cuya anchura es de más de 150 km, se liga entre los ríos Ameca y Santiago a otra cadena, la mayor del país: la sierra Madre Occidental, que parte del norte de Guadalajara y llega hasta la frontera con los Estados Unidos.
“Debemos destacar el papel de estas montañas como un modo de reconocer el valor de tenerlas bien conservadas; no es casual que en ella haya una serie de áreas naturales protegidas, como el propio Nevado, la Sierra de Manantlán, la Sierra de Quila, la Sierra del Águila y el área de protección hidrológica del río Ameca; tampoco es casualidad que en la Sierra de Cacoma se esté ejecutando el fondo patrimonial para los bosques mesófilos de montaña –las grandes esponjas captadoras del agua que viene de los huracanes-, y que en resumen, haya una tentativa completa de ordenación territorial por medio de las juntas intermunicipales, y nuevas áreas protegidas en proyecto, como el bosque de Arce de Talpa y la reserva de El Edén, en torno a Vallarta”, dijo el director general de conservación de la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (Semadet), Antonio Ordorica Hermosillo.
El problema es que los recursos públicos invertidos en conservarlas son menores: sumados los subsidios y presupuestos no se invierte más de 50 millones de pesos por año, 0.06 por ciento del gasto total de Jalisco en 2005, de 80 mil millones de pesos. ¿Cuánto dinero en desastres le ahorran a Guadalajara estas montañas bien conservadas? No hay datos, pero sí una referencia interesante: mil millones de pesos por año gasta la ciudad en reparar infraestructura, bienes privados y asistencia médica por las lluvias del temporal.
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