Excélsior informa que el Abierto Mexicano de Tenis cambió, pero Rafael Nadal sigue siendo el mismo.
Nadal, conocido como el Rey de la Arcilla y ganador de dos torneos en Acapulco (2005 y 2013), jugó por primera vez en la cancha dura del AMT, pero la efectividad del manacorí es la misma.
Nadal necesitó de 77 minutos para vencer a Mischa Zverev por 6-4 y 6-3 para avanzar a la segunda ronda del torneo.
Nadal jugará en contra del italiano Paolo Lorenzi, quien superó al taiwanés Yen-Hsun Lu por 4-6, 6-3 y 6-4.
Y si el nivel de Nadal no ha cambiado a pesar de la superficie, el cariño del público mexicano tampoco.
Desde su ingreso al inmueble el recibimiento fue de calidez total por parte de la afición local.
En Acapulco, siempre que he venido el recibimiento es fantástico y no tengo más que palabras de agradecimiento a todo el mundo que hace posible el evento”, señaló Nadal. “Me hacen sentir como en casa y cuando tengo la posibilidad de venir pues siempre me siento apoyado muchísimo y gracias a todo el público mexicano”.
Aunque el inicio fue parejo y Nadal no le quebró a su rival sino hasta el último game del primer set para tomar la ventaja, no tuvo complicaciones, ya que Zverev no pudo siquiera tener puntos para quiebre en contra del español, quien a cambio tuvo algunas oportunidades de rompimiento, y no fue sino hasta la cuarta oportunidad cuando logró ese quiebre necesario para tomar la ventaja y tomar aún más el control del partido.
Con la confianza adueñándose del ibérico, Nadal paseó al teutón durante el segundo set, y aunque no fue sino con un solo quiebre que ganó el segundo parcial y el partido, fue un buen arranque para el segundo sembrado en el certamen.
El juego de fondo de Nadal fue tan efectivo como siempre y sin importar la superficie sobre la que juega. Rafa domina el punto, controla la estrategia y poco a poco impone su estilo y ritmo ofensivo.
Ayer la defensa de Zverev fue buena mientras Nadal se lo permitió. El alemán metió algunas pelotas cerca de las líneas laterales, pero era golpes que Nadal le permitía por algún descuido o por alguna suerte del alemán.
El ex uno del mundo se fue igual que como llegó, entre aplausos, porras y gritos de los presentes en el estadio Mextenis. Regaló algunas playeras con la ayuda de un “cañón” de aire y se fue con la promesa de tener una larga semana en Acapulco.