ESPN informa que el Barcelona, agarrado a Messi, la providencia y sostenido por un magnífico Cillessen en la primera mitad, cumplió la expectativa y se clasificó para la final de la Copa del Rey, superando a un valiente Atlético de Madrid que le plantó cara y, durante no pocos minutos, sobre todo en la primera mitad, fue superior en el terreno de juego.
Un partido enorme. Una pelea sin cuartel servida por el atrevimiento rojiblanco y a la que le costó presentarse al Barcelona, agobiado al principio y sufridor al final, con 9 jugadores en el campo por las expulsiones de Sergi Roberto y Suárez, el Atlético volcado y desquiciado con el árbitro por sus propios nervios.
Obligado por el resultado de la ida, Simeone planteó una entrada ambiciosa como no se le recordaba al Atlético en el Camp Nou y el partido, dando la sensación de estar roto de inicio, provocó la escena inverosímil de descubrir a Cillessen como salvador milagroso, mientras Moyá, en la otra portería, apenas si debía intervenir.
A Carrasco, Koke y Godín respondió de forma excelente el portero holandés, con Luis Enrique preocupado en su área técnica en un primer cuarto de hora frenético y el centro del campo azulgrana incapaz de contener el ansia de un rival volcado, que presionando en todas las zonas no permitía ni el menor respiro ni, tampoco, la más mínima combinación.
Al Barça le costó, mucho, acostumbrarse a la propuesta descarada del Atlético. Tanto que pasó 25 minutos de auténtico infarto y que no hizo intervenir a Moyá, con un disparo sin más complicaciones, de Messi, superado el minuto 27.
Para entonces Denis había comenzado a dar señales de vida, pero la invisibilidad de Arda y André Gomes en el centro del campo lastraban a un campeón descosido, incapaz de asociarse y que buscaba sin encontrar a Messi o Suárez, desasistidos y casi espectadores de una batalla en la que parecían apenas espectadores...
LEO...
Hasta que apareció Messi. Por fin. Con el Atlético algo más destensado y el Barça más despierto, a Leo le dejaron controlar un balón cerca del área en el minuto 42. Fue terrible para el equipo de Simeone.
El '10' se perfiló hacia el medio del ataque y soltó un gatillazo ajustado y raso al que Moyá apenas pudo responder rechazando de lado, sin atender Filipe Luis ni nadie a la capacidad de reacción de Luis Suárez, quien remató a placer.
Así acabó prácticamente la primera mitad. Con muy poco, poquísimo, se bastó el Barcelona para alcanzar con calma el descanso ante un rival que le tuteó durante toda la primera parte y que, en los inicios, llegó a ponerle de los nervios. Tal cual.
El Atlético, cierto, seguía necesitando dos goles, como al principio, pero acusó el golpe en la presentación de una segunda mitad a la que acudió mucho más despierto el campeón.
Así el comienzo de la segunda mitad fue diametralmente al de la primera, acosando más el Barça la portería colchonera que el Atlético la de Cillessen y hasta disfrutando de tres buenas llegadas que daban a entender que la sentencia podía estar cercana.
Pero el grupo del Cholo demostró una capacidad de sufrimiento y un orgullo a toda prueba, regresando al plano en su ambición... Y sufriendo la anulación de un gol totalmente legal de Griezmann inmediatamente después de que Sergi Roberto fuera expulsado por dos amonestaciones en lo que, quizá, habría cambiado el juego del desenlace del choque.
A TODO RITMO
Sin rendirse pero con cada vez menos ímpetu, el Atlético se fue apagando. Carrasco se marchó a la caseta por ver la segunda amarilla en una entrada sin razón a Arda, Busquets e Iniesta entraron para dar criterio al juego azulgrana y se entendió la eliminatoria sentenciada.
En absoluto... En el minuto 77 el larguero escupió un genial libre directo de Messi y en el 79 Piqué atropelló a Gameiro en el área, en un penalti tan evidente como horrorosamente lanzado por el propio delantero francés a las nubes.
Con el público eufórico, sin embargo, llegó el último arreón colchonero para que Griezmann le regalase el empate a Gameiro ante la pasividad alucinante de Umtiti y el choque se dirigiera a un final de verdadero infarto, con el Atlético buscando a cualquier precio la prórroga.
Resistió a duras penas el Barcelona, acotado y encerrado de forma extraña, con los peloteros en el césped y achicando balones de cualquier manera ante el ataque frenético de un rival que llegó a provocar la expulsión por doble amarilla (la segunda exagerada) de Luis Suárez, que no jugará la final.
Y así acabó una batalla enorme, excepcional entre dos equipos que buscaron una sola plaza. La que ganó el Barça con, nunca mejor dicho, sangre sudor y lágrimas.