ESPN informa que el bufete de abogados de Juan Carlos Osorio se sigue fortaleciendo. Una victoria más. 1-0 sobre Panamá. Los fiscales del técnico suman argumentos: el equipo juega a muy poco con adversarios que ofrecen menos.
19 mil 017 valientes, osados, colmaron el graderío del Toyota Park. El resultado les dio satisfacción, pero el trámite poca felicidad. Un alarido por 89 bostezos.
Endulza la victoria, la manufactura del veredicto. Una jugada de esas que se esperan siempre y que ofrece poco Hirving Lozano, con un regalo a Giovani, para que ya sólo tire del moño Oribe Peralta en las anginas del gol.
Ahora, México se concentrará el 6 de noviembre para la doble cartelera del horror: visita al Waterloo de Columbus, con Estados Unidos saboreando una tribuna solidaria, para después partir a Panamá, donde espera un aquelarre el 15 de noviembre.
¿ADVERTENCIA...?
El 'Bolillo' Gómez había afirmado: "No habrá ningún anticipo para México (el martes en el Toyota Park), de lo que le espera en Panamá el 15 de noviembre". Mintió. Su escuadra roja saltó a la cancha con la rabiosa seriedad del caso. Y mordió, presionó, encimó, asaltó y confrontó como selección de contingencia a su similar (otra selección de contingencia) de México.
Una jugada de gol en la primera mitad. Un remate de Giovani dos Santos en el vestíbulo del gol, pero que estrella en la salida de calderón.
¿El resto? Una zacapela. Sin tregua, sin concesiones. En la que Panamá sacó la mejor parte en posesión y claridad de manejo. México se equivocaba en la salida. Desorden natural de un grupo que apenas se descubre, en una decena de entrenamientos. Un ensayo fallido de citas a ciegas.
Poco compatibles, aún entre buenos jugadores. Gutiérrez jugaba a la sorpresa y Brizuela era el primer sorprendido. Giovani buscaba la franja derecha y luego se sumergía entre la boscosa presión interior de los panameños, mientras Oribe jugaba a las adivinanzas con galletas chinas de la suerte.
Con deficiencias en la marca, eligiendo a veces el balonazo como la apuesta desesperada, Panamá encontraba control con jugadores que sobresalían, entre la experiencia de Ovalle y Cooper en el mando, además de una media cancha que tras humillar al Monterrey con el Árabe Unido, perdía respeto a la apuesta confundida del equipo de Juan Carlos Osorio.
0-0 y al reposo. ¿La afición? Sólo interrumpía sus metódicos bostezos para escoltar decibélicamente los despejes del arquero panameño.
CEREZA SIN PASTEL...
La segunda mitad llega acompañada de la catarata de cambios. Entre ellos Hirving Lozano, al que parte de la tribuna reclamaba desde el primer tiempo. La apuesta de Osorio sería correcta.
Como abono único a una jornada de imprecisiones, aparece el relumbrón de una de esas fantasías que a veces saca de la imaginación 'Chucky'. En el único momento de sopor o de azoro de los panameños, Lozano tira una diagonal del centro hacia la izquierda, dejando rivales con la patada al aire. Entrega a Gio por izquierda y su centro es una conversación de gol que consuma Oribe Peralta. 1-0, al 59'.
El gol le acomodó el sillón al Tri. Se apoltronó en el fondo y eligió el contragolpe. La pelota era posesión de Panamá, pero la conducía con frenesí de desesperación. Y jugando revolucionado, facilitaba el trabajo defensivo de México.
Al final se cometieron 44 faltas, prácticamente una cada dos minutos de juego, bajo un arbitraje quisquilloso en detalles absurdos, pero torpemente selectivo en la lluvia de tarjetas amarillas. Esa torpeza generó una zacapela intrascendente en el minuto 90.