Excélsior informa que Tepito es un barrio bravo, semillero de boxeadores, de comerciantes y un orgasmo cultural pues “todos hablan de él, pero pocos lo conocen y cuando lo conocen ya nadie lo quiere dejar ir”, dice orgullosa Lourdes Ruiz, Campeona Nacional del Albur, cuya picardía contagia a cualquiera que ose pasearse por la esquina de Aztecas y Fray Bartolomé, donde tiene instalado su puesto.
Del albur no se vive, vendo calzoncitos de bajo color y si la gente trae dinero, ¿qué talla?, le pregunto. ¡La que quieras, hay chica y grande! Y ¿cuál le gusta más? La grande, es la que todos piden”, responde la Campeona Nacional del Albur, quien se ganó el mote en 1997 durante un torneo denominado “Trompos y Pirinolas” del cual salió invicta.
El albur se encuentra en la lista del Patrimonio Cultural de la Ciudad de México, incluso desde hace cinco años se destinó el 1º de marzo como el Día Nacional del Albur. Fue el resultado de una pugna por parte de estudiantes de la UACM que trabajaron su tesis sobre este idioma y una revista (Chilango) lo propuso”, relató a Excélsior, Alfonso Hernández, cronista y director del Centro de Estudios Tepiteños.
Es un ajedrez mental y para jugarlo se necesita hacer uso de todas las palabras, leer y activar los dos hemisferios del cerebro, de hecho, los primeros albures están documentados en la historia prehispánica de nuestro país cuando los indígenas disfrazaban las palabras para burlarse de sus patrones. Es un lenguaje de resistencia”, advierte Hernández.
El primer albur que recuerdo y que entonces no entendía era: Entre Melón y Melames se comieron un pajarito, Melón se comió las plumas y había puntos suspensivos, ahora ya sé lo que significa y quien no sepa que despierte su mente”, aconseja La Verdolaga Enmascarada, como también apodan Ruiz.
¿Es usted la única que alburea en su casa? Le cuestiono. No, mi hija los entiende, pero no los dice. Mi papá ya es grande pero todavía me da gasto, mi mamá es tacaña. Soy la única que se atreve a alburear. Nadie se mete con usted, ¿verdad? Pues algunos sí, presume la mujer que nunca pierde la sonrisa y siempre ha de usar un mandil.
Ruiz forma parte de las Siete cabronas e invisibles de Tepito, un documental de Mireia Sallarés publicado en 2009, en el que retrata a siete heroínas disidentes que se han enfrentado a injusticias y al sistema patriarcal.