Excélsior informa que el doctor Harold Frederick Shipman se inclinó hacia los testigos y respondió a las preguntas del fiscal de manera lenta y autoritaria. Habló como si estuviera dando una clase a estudiantes de medicina, pero estaba frente a un jurado de 12 miembros que debían decidir si era uno de los asesinos en serie más prolíficos de Gran Bretaña, se le acusaba de matar a 15 mujeres con inyecciones letales de heroína, eran sus pacientes, años después las investigaciones revelaron datos escalofriantes… Serían 218 sus víctimas.

Hasta su arresto, el 7 de septiembre de 1998, el médico británico de 53 años de edad, tenía una práctica muy activa en Hyde, una ciudad tranquila y anodina en el noroeste de Inglaterra. Pero en su juicio, la fiscalía sostuvo que Shipman comenzó a matar a sus pacientes cuatro años antes, simplemente porque disfrutaba de "ejercer el poder de controlar la vida y la muerte".

Repitió el acto tan a menudo que debió haber encontrado el gusto de tomar una vida", aseveró el fiscal Richard Henriques durante el juicio en agosto de 1999.

Shipman firmó los certificados de defunción diciendo que las mujeres -de entre 49 y 81 años de edad - murieron de causas como vejez o cáncer.

Harold Frederick, un hombre pequeño de barba blanca y fino cabello gris, fue objeto de sospecha en junio de 1998 cuando Kathleen Grundy, de 81 años y exalcalde, fue hallada muerta en su casa.

Ese mismo día, su testamento llegó a una firma de abogados local dejando una propiedad de 620 mil dólares de Grundy a Shipman en reconocimiento a su trabajo para la comunidad.

El cuerpo de Grundy fue exhumado el 1 de agosto de 1998, y los toxicólogos de la policía encontraron una gran dosis de diamorfina, el nombre farmacéutico de la heroína. La heroína fue encontrada en los nueve cuerpos que fueron exhumados. Los cuerpos de otras seis presuntas víctimas habían sido cremados.

Shipman se declaró inocente de todos los cargos en el juicio, pero fue condenado el 31 de enero de 2000. El 13 de enero de 2004 fue encontrado colgado en su celda de la prisión de Wakefield. Por sus crímenes fue apodado por los medios ingleses como “El doctor muerte”.

Tras el suicidio, los investigadores llegarían a la conclusión de que la primera víctima de Shipman fue un niño; luego empezó a matar en 1970 a pacientes en custodia policial durante sus trabajos para el servicio carcelario.

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HIJO SOBREPROTEGIDO… EL DECESO DE SU MADRE LO MARCÓ

Fue el hermano menor en una familia de tres hijos que vivía en un humilde barrio de Nottingham.  Harold Frederick Shipman era el más brillante, mientras que sus hermanos optaron por dejar los estudios, él mostró su deseo de seguir educándose, ante esto sus padres decidieron apostar por él, en especial su madre Vera, quien lo sobreprotegió a tal grado, que ella decidía sus amistades y los tiempos para jugar.

El sentimiento de Harold hacia Vera era de adoración y admiración, la obedecía ciegamente. Ella se encargaba de recordarle a menudo lo inteligente y superior que era a los demás.

En la adolescencia, Shipman prefirió alejarse de las personas, ninguna le parecía digna de su amistad. Pero cuando “El doctor muerte” tenía 17 años, un duro golpe marcó su vida. Su madre falleció a causa de cáncer; cuando enfermó Vera era aliviada por inyecciones de morfina… De ahí Shipman tomó la idea para su ritual de asesino en serie.

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LOBO EN PIEL DE OVEJA

Era adorable, un tipo respetado en la comunidad de Hyde. Siempre bien vestido y de aspecto amigable. Su gran parecido con Sigmund Freud lo volvía una persona distinguida entre la sociedad.

Siempre estaba dispuesto ayudar, no importaba la hora, el doctor Shipman, hacía gala del juramento de Hipócrates. Atendía a niños, adultos y ancianos enfermos, en muchas ocasiones sin cobrar honorarios… Su coartada era perfecta.

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SIEMPRE BUSCÓ A LA MUERTE Y LA ENCONTRÓ

Fue hallado colgado en su celda de la prisión de Wakefield a las 6:20 horas del 13 de enero de 2004, un día antes de cumplir 58 años. Lo declararon muerto a las 8:10 AM. Oficialmente, “El doctor muerte” se había ahorcado en los barrotes de su celda, con las sábanas de su cama.

Pero tras su muerte dejó incertidumbre y pena en las familias de sus víctimas ya que nunca conocerían el motivo por el que asesinó a sus pacientes.

Aunque en 2005 se informó que “El doctor muerte” pudo haber robado las joyas de sus víctimas, con un valor de 10 mil euros. El botín habría sido encontrado en su ‘garage’ en 1998.