¿Por qué Los Soprano sigue siendo la mejor serie de TV?

Por  Staff Puebla On Line | Publicado el 10-01-2019

En la noche del 10 de enero de 1999, los espectadores de HBO asistieron al primer encuentro entre Tony Soprano y la doctora Melfi. Allí se encuentra el capo, mirando con cara de circunstancia la extraña escultura en la sala de espera, hasta que ella le hace pasar a su amplio despacho. Todo para él es extraño. Acostumbrado al rudo y masculino mundo de la gestión de residuos en Nueva Jersey (la tapadera mafiosa por antonomasia), no sabe muy bien cómo comportarse. "¿Dónde me siento?", le pregunta a su psicóloga, y ella le hace un gesto invitándolo a elegir. No es suficiente para ganarse su confianza. Cuando Melfi le interroga sobre su reciente ataque de pánico, él le carga el muerto a los médicos, que le han dicho que tiene estrés. "?Estrés a causa de qué?". Se rasca la cabeza. No tiene ni idea.

Ahora, acostumbrados como estamos a los personajes masculinos complejos y a la profundización psicológica de las series de televisión, esta escena nos parece prosaica, pero hace 20 años no lo era. ¿Un hombre en la consulta del psicólogo? Esa fue la primera gran hazaña de la serie, creada por David Chase. Poco después vendría el sueño de los patos, el odio compartido entre su madre y él, los conflictos matrimoniales, las traiciones mafiosas, eso de cargarte a uno de tus enemigos cuando vas a acompañar a tu hija a ver universidades… 'Los Soprano' no es más ni menos que un hombre sentado frente a sus fantasmas.

Hoy, 20 años después, con el debate de la masculinidad tóxica en la opinión pública, la serie más icónica de HBO no puede dejar de parecernos actual. De hecho, David Chase, su creador, está produciendo una película precuela, 'The Many Saints of Newark'. James Gandolfini no estará en ella, claro. En primer lugar, porque hablamos de otro plano temporal en el universo de la ficción, los años 60. Después, porque el actor ya no está entre nosotros. Murió en 2013. La televisión actual ha pasado página a otros referentes mucho más inspiradores, en gran parte mujeres protagonistas, pero el personaje al que dio vida el estadounidense durante seis temporadas sigue de plena vigencia en un momento en que es necesario poner patas arriba la masculinidad mal entendida. 

Tony Soprano era un tipo despreciable. Era un mafioso dispuesto a cargarse (no sin drama) a quien hiciera falta en las luchas de poder entre clanes, y también era un hombre que despreciaba a las mujeres. Que lo hiciera con su madre, que lo odiaba casi desde niño, lo entendemos. Que lo hiciera con Carmela, su esposa, esa reinvención de la señora Corleone (en la piel de la genial Edie Falco), y con sus amantes, en su mayoría prostitutas con las que comerciaba, era algo aprendido de una sociedad profundamente misógina. Aún recordamos aquellas asquerosas escenas de sexo, con Tony vestido con su asquerosa camiseta de tirantes. No estaba orgulloso de ser tan despreciable, pero lo era.

Al fin y al cabo, 'Los Soprano' no deja de ser una actualización de lo que hizo Coppola en la saga 'El padrino'. Vale, sabemos que es la comparación fácil, pero también la más acertada. Los conflictos de la masculinidad a través de una de las figuras más viriles de la cultura pop: el mafioso. La tragedia de Michael Corleone, un hombre obligado a sostener en sus espaldas un mundo que desprecia, es también la de Tony Soprano. Es más: es curioso que en 1999 también viera la luz la película 'Una terapia peligrosa', con Robert de Niro y Billy Crystal como protagonistas, con la misma premisa pero en clave cómica: el mafioso más peligroso de Nueva York se decide a ir al psicólogo.

Lo mínimo que podemos suponer de quienes heredan negocios familiares tan terribles es que estén un poco mal de la cabeza. Los ataques de pánico de Tony Soprano son la estrategia de su cordura para soltar lastre, porque este hombre tiene mucho encima. De nuevo, un negocio que le supera, repleto de tipos repugnantes enfermos de complejos (por no hablar de esos a los que hay que eliminar a sangre fría). La sombra de su padre y las exigencias de su madre y su tío, ya ancianos, que solo saben odiar y exigir atención. Las obligaciones familiares, con una esposa aburrida y unos hijos adolescentes que empiezan a sospechar que en casa pasa algo raro… La historia de Tony Soprano es un poco la de todos nosotros. El mundo pone sobre nuestras espaldas unas expectativas que no podemos cumplir.

La Norteamérica del 11S

Pero 'Los Soprano' también es el relato de un momento y un lugar. El 11 de septiembre de 2001, el World Trade Center de Nueva York sufrió el ataque terrorista que revolucionó el mundo y que inauguró la dictadura del terror. 'Los Soprano' no fue la única serie en hacerse eco. La cadena eliminó de la cabecera las imágenes de las Torres Gemelas, pero los cambios fueron mucho más profundos, sobre todo en su tono oscuro y existencialista. "Déjame que te diga algo, o pon las putas noticias. Todo se acaba", le espeta Carmela a Tony en el episodio debut de la cuarta temporada, el primero tras el atentado.

La de HBO pasó a ser una serie sobre el auge y la caída, el conflicto narrativo que estaba viviendo Estados Unidos en el panorama internacional: Tony Soprano se convertía en el dueño absoluto del imperio mafioso, pero su decadencia personal y moral era cada vez más aguda. Eso se contagió a muchas otras series de la década, que se alzaron como una forma de expiar los pecados de una nación. 'Deadwood', de 2004, proponía un sangriento relato fundacional de Estados Unidos mientras sus jóvenes morían desangrados en Irak. 'Mad Men', estrenada en 2007 días después del desenlace de 'Los Soprano', contaba en la piel de Don Draper la misma degradación. No es casual que sus protagonistas vivieran horrorizados a través de la televisión sucesos como los asesinatos de Kennedy y Martin Luther King. Estaban siendo testigos de la muerte de un mito.

Fue un corte a negro lo que terminó de validar el legado de 'Los Soprano'. El 10 de junio de 2007, HBO emitió el episodio final de la serie, que clausuraba una escena de forma brusca, sin dar ninguna explicación a lo que sería de Tony Soprano tras aquella guerra de mafias a la que había sobrevivido por los pelos. Cuentan las crónicas de la época que la cadena recibió numerosas llamadas de abonados cabreados, que creían que el servicio se había caído. Pero no era así. David Chase nunca fue explícito, y tampoco lo iba a ser en su despedida.Las historias, como la vida real, no tienen por qué tener principio ni final, y esa filosofía es tal vez lo que más ha influido en la televisión posterior.

Hoy la vigencia de 'Los Soprano' está en entredicho. La ficción catódica actual es mucho más diversa, la calidad no se asocia exclusivamente a las series masculinas existencialistas; las mujeres tienen una voz mucho más clara, potente y libre en la industria (la asignatura pendiente es que se facilite su acceso a los puestos de escritura, dirección y producción); géneros antes considerados para frikis han logrado por fin un estatus de excelencia, e incluso se llevan premios importantes… En este escenario, los dramas de un hombre demasiado orgulloso como para hacer caso a su psicóloga no son ninguna novedad, pero es imposible concebir todos los logros de la televisión moderna sin comprender esa contribución germinal. Sobre todo en un momento en que el hombre vuelve a cuestionarse a sí mismo. Mientras exista una masculinidad tóxica contra la que luchar, 'Los Soprano' será necesaria.

Fuente: GQ

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