La muerte del líder de “Los Zetas” en Orizaba y en municipios colindantes con Puebla, Pablo Arcenio Cruz Martínez, alías “El Chaparro” o “El Conta”, junto con uno de sus escoltas: Rosendo Juárez Rodríguez, también conocido como “El Compadre”, abatidos la pasada semana en Tecamachalco por elementos de la Secretaría de Marina Armada de México (SEMAR), significa el principio del fin de “El Bukanas”, Roberto de Los Santos de Jesús, el principal –y más violento- líder huachicolero del “Triángulo Rojo” del estado, diversificado ahora también en delitos como cobro de piso, extorsión, secuestro y homicidio, así como robo a trenes de carga de Ferrosur.
Y es que la caída de “El Chaparro, el principal impulsor –casi el creador- de “El Bukanas”, revela que se va estrechando cada vez más el cerco establecido por la SEMAR y el Ejército, en coordinación con el gobierno del estado encabezado por Tony Gali, en torno a este peligroso –y escurridizo- delincuente, azote de Puebla y Veracruz.
A pesar de la emergencia planteada por los sismos de septiembre para las fuerzas armadas del país, no se ha quitado “el dedo del renglón” y la captura de De Los Santos sigue siendo la “más alta prioridad”, pues de ello depende en gran parte que la zona de mayor ordeña de ductos de Pemex y de más trasiego del combustible robado, recobre la tranquilidad perdida.
Como dijo hace poco un alto mando de la Marina a su interlocutor del gobierno estatal: “No importa dónde se esconda, ni por cuanto tiempo, pero va a caer; pronto va a caer. Cayó “El Chapo” (Guzmán), ¿por qué no caería “El Bukanas””, cuya cabeza tiene precio: un millón de pesos de recompensa a quien aporte datos que ayuden a su aprehensión.
Roberto de Los Santos ha escapado al menos tres veces de igual número de operativos de la Marina, el 9 de marzo y el 21 y 24 de julio pasados. Su persecución ha dejado un reguero de pólvora y de muertos: tres agentes de la Fiscalía General del Estado, un miembro de la SEMAR y nueve ladrones de combustible. “Por escasos minutos ha logrado evadirse”, dice una fuente cercana a la estrategia federal de combate a las mafias del huachicol, que da por virtualmente desarticulado a su círculo de seguridad personal, cuyos integrantes han sido abatidos o detenidos, como es el caso de “El Cheque”, aprehendido hace unos días en San Francisco Ocotlán, Coronango.
Se le acaba el tiempo a “El Bukanas”, de quien en círculos de inteligencia policiaca circula su ficha, con datos básicos sobre sus antecedentes, zona de operación, principales operadores y hasta vínculos familiares.
De acuerdo con esa ficha –un resumen de la cual aquí se publica-, antes de convertirse en entrenador de sicarios y “estacas” de “Los Zetas” en Veracruz, fue comandante de la Policía Municipal de Maltrata, en la región montañosa veracruzana; en sus inicios se vinculó con el grupo delictivo denominado “Nueva Sangre Zeta”, del cual tomó el mando tras la detención del líder, José Eduardo González Barrera, alias “El Lalo”.
Su primera zona de operaciones fue el corredor Tierra Blanca, Veracruz-Cuacnopalan, Puebla, pero realmente salió a la luz pública como líder criminal y huachicolero en septiembre de 2014 tras una irrupción militar en el narcorrancho “San Pedro”, en la congregación Sierra Agua en Las Cumbres de Acultzingo, que además puso en evidencia la red criminal y de corrupción que operaban “Los Zetas” con las fuerzas policiacas de Veracruz –y también, claro, de Puebla-.
En ese rancho, Roberto de Los Santos entrenaba a policías municipales en activo de Maltrata y Acultzingo para convertirse en futuros “estacas” de “Los Zetas”, es decir, jóvenes de entre 17 y 25 años de edad a quienes se les adiestraba para “tablear” víctimas, torturarlos en fosas de aguas residuales y accionar armas de alto poder.
Hoy es “El Rey del Huachicol”, el principal líder en la extracción y comercialización del combustible robado a Petróleos Mexicanos, negocio millonario si alguno, fuente pródiga en complicidades.
Según los enterados, sólo es cuestión de tiempo para que este peligroso hampón caiga en manos de la justicia.
Ni la Marina, ni el Ejército, ni el gobierno de Tony Gali van a parar hasta verlo tras las rejas –o, si es el caso, muerto, como acaban estas ratas-.
Y es que sí, ya es personal.