En el PRI alguien miente y lo hace de manera rotunda, a sangre fría, y esa maraña de falsedades no le augura sino una cascada de fracasos para 2018. Mientras Enrique Peña Nieto, “el primer priísta del país”, asegura que su partido “nunca, pero nunca pactará para dejarse derrotar“, en Puebla los militantes y la cúpula del tricolor aseguran que desde el poder central ya “nos entregaron” al morenovallismo desde la pasada elección y son reiteradamente víctimas de una “traición“.
Las posiciones están tan polarizadas que no hay resquicio para suponer que se trata de interpretaciones parciales.
De ánimos caldeados.
No.
Alguien miente con contundencia y las acusaciones y defensas mutuas presagian un rompimiento de facto entre el priísmo nacional y los clanes poblanos.
El sábado pasado, el Presidente de la República dijo en el 88 Aniversario de su instituto político que “el PRI es un partido que sabe acordar, que pacta para gobernar y para transformar, pero que quede bien claro: nunca, pero nunca pactará para dejarse derrotar.
“Nosotros los priistas, y está en nuestra genética, siempre salimos a ganar”.
Esa aseveración que pareciera tener como destinatario prioritario a Puebla desnuda las visiones y simulaciones del priísmo.
También deja al descubierto el irresuelto asunto de los traidores locales.
Traiciones arriba, deslealtades abajo.
Los intereses a nivel nacional con los del estado están divorciados.
Unos escupen a los otros y parecen dos partidos distintos y antagónicos.
En la aldea se acusa de infidelidad a los del centro.
Y allá de complot a los de acá.
Tras la muy aplaudida frase de Peña Nieto en el Auditorio “Plutarco Elías Calles”, inevitablemente vienen a la mente las conversaciones reveladas en este espacio y en el diario 24 Horas Puebla.
“Nos entregaron y todo mundo lo sabe”, fue la frase auto-lapidaria de Alejandro Armenta Mier, coordinador de la fracasada campaña de Blanca Alcalá el año pasado.
Las capturas de pantalla de conversaciones de WhatsApp, de las que dimos cuenta, dirigían el veneno acumulado por la derrota a las cabezas del Gobierno de la República y del partido: http://www.pueblaonline.com.mx/garganta_prof/?p=8487#.WL3QPfl97IU.
“Quienes dimos todo, debemos estar tranquilos, por q luchamos hasta el límite y sin mezquindad (sic).
“Nuestra candidata Blanca luchó con valor, se entregó a una campaña con la gente, con uds (sic). En Puebla no perdimos, nos entregaron (…)
“Como coordinador no voy a permitir q la mezquindad de los que ganan cuando pierde el PRI se laven la cara de traición. Todos sabemos lo que pasó!!!” (sic)
Luego, han venido otras acusaciones en el mismo sentido.
Y sin embargo, Peña Nieto también dijo que “no somos el Partido que patea el bote o nada de a muertito; tampoco somos el Partido que engaña con ilusiones y promueve la división”.
¿A quién creer?
Con los meses, los poblanos han seguido rumiando su fracaso.
Han sostenido reuniones con funcionarios del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), reuniones en las que no se llega a ninguna solución.
Hacen como que los escuchan.
Les sueltan frases de consuelo y promesas que nunca se cumplirán.
Son placebos para los lamentos.
Algo es sintomático: Enrique Ochoa Reza, quien en la dirigencia nacional sustituyó a Manlio Fabio Beltrones, quien a su vez cargó con la derrota, no recibe, no platica, no ve ni oye a los poblanos.
Menos todavía viene a Puebla.
Le son molestos.
Los ve aldeanos.
Complicados, inestables y desleales.
Por eso: alguien miente.
El Presidente asegura que su partido sale a ganar cada batalla.
Pero aquí, los priístas poblanos se sienten abandonados, huérfanos…
Van a la batalla derrotados de antemano.
En medio están los traidores.
Los desleales.
Conforman ya un regimiento.
En la víspera del aniversario del PRI, como un premio de consolación, se entregó a la dirigencia estatal la cabeza de Fernando Morales Martínez.
La Comisión Nacional de Justicia Partidaria del CEN concedió la expulsión del hijo del ex gobernador Melquiades Morales.
Fue un guiño para paliar el diferendo sobre quién miente y quién abandona.
Quién es desleal y quién se mantiene devoto.
Sin embargo, para ser honestos, Morales Martínez tendría que ser el primero de muchos, decenas de expulsados.
El PRI podría actuar conforme a sus estatutos y dar rienda suelta a la guadaña contra los infieles.
El problema es que podría quedarse vacío.
Las falsedades son abrumadoras.
Los presagios para 2018 son negros.
Alguien miente y todos saben que son ellos… y también los otros.