Esperaron a que llegaran los saqueadores. En colonias y unidades habitacionales, principalmente del sur de la capital poblana, se armaron con palos, tubos y colocaron intentos de barricadas que alumbraron con fogatas. Velaron armas, pero no llegaron los vándalos que se supone entrarían a sus casas. El rumor afortunadamente no pasó de eso.
Principalmente el viernes por la noche, la enorme bola de nieve que comenzó en las redes sociales con un run run, con un “dicen que”, además de una convocatoria al saqueo, que irresponsablemente alimentaron algunos medios, envolvió a la ciudad en un sitio virtual y la convulsionó.
Por fortuna nada pasó más allá de atracos localizados, que dejaron un saldo de 83 detenidos y 38 comercios afectados.
El supuesto de que eran en protesta por el gasolinazo, también fue solamente eso.
La psicosis colectiva puso a prueba a todos y muy pocos salieron bien librados.
En un área metropolitana de más de tres millones de habitantes, los 38 establecimientos afectados que, oficialmente, se reportaron, son muy pocos para considerar que la sociedad vivió una noche de alto riesgo.
El rumor fue en realidad la mayor afectación para los poblanos.
La perturbación colectiva fue el más grave efecto.
El miedo y la parálisis de la vida habitual y la comercial, lo más lamentable.
Contrastante, pero como un termómetro de la realidad, la marcha ciudadana del pasado sábado contra el gasolinazo, transcurrió sin novedades y en paz.
Ahí sí hubo legítimo descontento social por la política económica del gobierno de Enrique Peña Nieto, de quien pidieron su salida.
Sin infiltrados.
Sin golpeadores.
Sin saqueos.
Sin la obvia mano negra detrás de los llamados en Facebook y Twitter a iniciar la “revuelta”.
Muchos, sin saber siquiera su significado, hablaron de toque de queda entre viernes y sábado.
Alteraron desde las redes -y con notas estruendosas- la tranquilidad de zonas enteras.
En Los Héroes, Amalucan, Bosques, Colonia Guadalupe, la Guadalupana, montaron guardias.
Voces desinformadas llegaron a señalar, desde la ignorante comodidad del Twitter, que ya había agresiones aquí y allá.
Que los vándalos eran “cientos”.
Por supuesto es muy difícil suponer que los delincuentes que participaron en los robos a supermercados y tiendas de conveniencia, actuaron improvisadamente.
Sin embargo, hasta ahora no hay nadie que haya presentado pruebas fehacientes de que se trató de grupos contratados.
Menos aún hay certeza sobre el o los autores intelectuales.
Solamente hay suposiciones.
No faltó quien lucró con el caso.
La dirigente estatal del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Socorro Quezada Tiempo, dio una conferencia de prensa para acusar a Antorcha Campesina.
Los antorchistas ya le respondieron que miente y que llevarán el tema a tribunales por “difamación“.
Luego, la también diputada local acusó al gobierno estatal de desproteger a los ciudadanos.
Desde el C 5, el gobernador Rafael Moreno Valle transmitió para dar certeza a la sociedad de lo que realmente pasaba.
Ella, desde su celular, con videos que recolectó en las redes, quiso meter más miedo y lanzó acusaciones.
Lamentablemente, muchos le compraron su impresentable versión.
Por supuesto hay la clara sospecha de que los saqueos fueron preparados.
Hay testimonio y videos que también hacen su poner que tuvieron ayuda de algunos policías.
Pero hasta el momento, la Iniciativa Privada, que también ha dado cifras, y el gobierno del estado, reportan no más de 40 incidentes y alrededor de 83 detenidos.
¿Qué pasó en Puebla?
Se envolvió en la convulsión, desde los rumores, y sufrió una psicosis colectiva, con base en supuestos.
¿Quiénes venían?
¿Cuántos eran?
Nunca hubo respuestas y afortunadamente no llegaron.
Los ciudadanos, desde la lógica de su preocupación, intentaron defenderse.
Fallamos en confirmar la información y, con la misma organización, tener datos precisos.
Algunos medios de comunicación también se equivocaron en la recolección de datos.
No terminamos de entender que, desde Twitter, no se reportea.
Los políticos fallaron al avivar la tensión con acusaciones, desinformación y opiniones interesadas.
Las autoridades hicieron su parte, pero en algunos casos faltó contundencia.
La histeria colectiva nos puso a prueba a todos.
La próxima, que esperemos que no llegue, ojalá nos encuentre más preparados.