Del “no perdimos, nos ganaron”, con el que buscó salir al paso por haber perdido la gubernatura en 2010, cuando era presidente estatal del PRI, al “no perdimos, nos entregaron”, con el que este 2016 justifica la estruendosa derrota de la campaña de Blanca Alcalá, la que él coordinó, Alejandro Armenta Mier evade su responsabilidad y reparte culpas.
Hoy, desde su punto de vista, los autores de la caída de la senadora y del tricolor, de la “traición”, son el secretario de Gobernación (Segob), Miguel Ángel Osorio Chong, y el presidente de la República, Enrique Peña Nieto, por dejar a los pobres priístas poblanos solos contra el régimen “tirano y abusivo” de Rafael Moreno Valle, así como el presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), Manlio Fabio Beltrones, por regatear el respaldo.
Así lo dice el diputado federal que ni siquiera pudo ganar para su causa en su distrito, con cabecera en Tepeaca -municipio que también perdió de calle-, en corto, en privado y lo sugiere a voz en cuello. “Nos estregaron y todo mundo lo sabe”, es la frase que repite.
Así lo revelan las capturas de pantalla de conversaciones de Whatsapp que un integrante del Grupo de Coordinadores compartió, y en las que el jefe de la campaña de la derrotada Alcalá culpa a su ex jefe superior, el titular de la Segob, al presidente Peña Nieto y al dirigente nacional del tricolor, por la debacle poblana.
Apenas cerraron las casillas y se consumó la derrota de Blanca, su coordinador Alejandro Armenta reconoció la derrota, con precocidad, como mucho de lo que hace, y en el grupo de Whatsapp de los coordinadores comenzó con el deslinde y el resquebrajamiento interno.
Lo más sencillo fue culpar a los demás y no asumir su responsabilidad y reconocer que sus errores, junto con los de Jorge Estefan y el “yerno incómodo”, Édgar Chumacero, terminaron por enterrar a la candidata.
“Quienes dimos todo, debemos estar tranquilos, por q luchamos hasta el límite y sin mezquindad nos expusimos. Siempre estaré a sus órdenes, amigos (sic).
“Nuestra candidata Blanca luchó con valor, se entregó a una campaña con la gente, con uds (sic). En Puebla no perdimos, nos entregaron. Esa es la verdad y todos lo sabemos (…)
“Como coordinador no voy a permitir q la mezquindad de los que ganan cuando pierde el PRI se laven la cara de traición. Todos sabemos lo que pasó!!!” (sic), fueron las frases que dirigió a los 26 coordinadores distritales y a los delegados especiales que estuvieron en Puebla y que participaron en ese grupo de Whatsapp.
Por ahí en esas conversaciones –parte de las cuales hoy publicamos-, aparece también el impresentable secretario de Finanzas del CDE del PRI, el marinista José Antonio López Malo, agradeciendo la “oportunidad” de participar en la debacle, argumentando que la capacidad del equipo blanquista fuera muy poca y también sumándose, entre líneas, a la repartición de culpas contra Peña Nieto, Osorio Chong y Beltrones.
Como si se tratara de una conversación de adolescentes, en donde el lenguaje se utiliza mochado, escribió: “AGRADEZCO infinitamente la confianza d mi candidata… y mi coordinador… c hizo todo lo k c pudo d acuerdo a nuestra capacidad… pero contra un abusivo gobernador k desde no c donde… le dejaron hacer lo k quiso” (sic).
Retratados de cuerpo entero.
ARMENTA, EL COORDINADOR DE LAS DERROTAS
No es la primera vez que Alejandro Armenta Mier se escuda en otras circunstancias y otros actores, para eludir su realidad, que es un pésimo operador y que carece de la estatura y la capacidad para llevar a buen puerto una contienda en la que le toca estar al frente.
En 2010, cuando era presidente del Comité Directivo Estatal (CDE), Armenta quiso deslindarse de la derrota de Javier López Zavala, de ahí viene la frase “en Puebla no perdimos las elecciones, nos las ganaron”:
En 2012, fue el coordinador de la campaña de Enrique Peña Nieto en la entidad y también resultó vencido. En Puebla ganó Andrés Manuel López Obrador y, aunque Peña llegó a la Presidencia, lo hizo con el estigma de haber perdido en la entidad en la que tanto amor, se supone, le tenía de los priístas locales.
Llegó 2016 luego de su paso por la Secretaría de Gobernación, en donde fue director general del Consejo Nacional de Población (Conapo) y ya como diputado federal, el ex presidente municipal de Acatzingo hizo un berrinche monumental para forzar a la candidata a nombrarlo coordinador de la campaña y entonces comenzaron los exabruptos, los papelones y el show, siempre en detrimento de Blanca Alcalá y evidenciando su inmadurez e impreparación.
Peleó con sus compañeros de lucha y con los de enfrente; sin argumentos, documentos apócrifos y hasta sainetes contra dirigentes de otros partidos, en específico contra el presidente del PRD, Agustín Basave, fue a tirar lo que le quedaba de credibilidad y decoro, en conferencias de prensa semanales en la sede del Senado de la República, al que por cierto mostró que nunca podrá llegar como legislador.
Armenta Mier está herido y el ardor le vine desde las vísceras y le nubla la razón. Este mismo martes, comenzó a provocar la fractura definitiva del equipo de Blanca Alcalá y el PRI, y repartió culpas, en entrevistas en radio, también a los priístas poblanos.
El más “traicionero”, desde su visión, es Enrique Doger Guerrero.
Es el Alejandro Armenta que no cambia, que lleva más más de seis años culpando a todos de los errores que comete él como responsable. Es el Alejandro que no aprende las lecciones, que no tiene remedio… El mismo que nació para ser el coordinador de las derrotas priístas.
GERARDO ISLAS Y NUEVA ALIANZA: MISIÓN CUMPLIDA
Sin autoelogios ni arrebatando protagonismos, el Partido Nueva Alianza cumplió a cabalidad con la coalición que impulsó el triunfo de Tony Gali y, además, demostró que los líderes magisteriales que prometieron muchos votos a Blanca Alcalá, como Érick Lara, simplemente la engañaron, la estafaron.
Con todo y la división del magisterio, el partido que comanda en Puebla Gerardo Islas Maldonado consiguió pisar la línea de los 60 mil votos, a la par de la perredista Roxana Luna Porquillo y la “independiente” Ana Teresa Arada Orozco.
Aquí en Puebla, Nueva Alianza incluso ve hoy por el retrovisor al Partido Verde Ecologista de México (PVEM), que extrañamente -ya lo abordaremos en otras columnas- no aportó casi nada al PRI, pues quedó con una pésima suma de 2.2 por ciento de los sufragios emitidos en la jornada del 5 de junio.
Nueva Alianza además superó los tres puntos porcentuales que, visto en solitario, le garantizan la conservación del registro, a diferencia de los otros institutos políticos, como Encuentro Social, Pacto de Integración Social, del Trabajo, PVEM y Compromiso por Puebla, los que, de no haber ido en alianza, hoy estarían sin franquicia.
Así, Nueva Alianza justifica con ganancia su alianza y su trabajo. Es un aliado que aporta con eficiencia. Más allá de la maledicencia.
@ALunaSilva