Este 5 de junio, el gobernador Rafael Moreno Valle se juega su futuro político y en esta apuesta no hay medias tintas. Si Tony Gali gana e incluso arrasa, el mandatario poblano tendrá frente a sí un amplio abanico de oportunidades y, sin duda, mantendrá una fuerte aspiración presidencial para 2018 o más adelante; en caso contrario, todo se acaba.
El día después de la elección, el 6 de junio, Moreno Valle estará en el cielo o en el infierno, no hay lugar para el limbo en su apuesta política.
Como estratega exitoso que ha demostrado ser, Moreno Valle quiere un triunfo por más de 10 puntos de diferencia a favor del candidato de la alianza “Sigamos Avanzando”, conformada por los partidos Acción Nacional (PAN), Nueva Alianza (Panal), del Trabajo (PT), Compromiso por Puebla (CP) y Pacto de Integración Social (PSI).
De ser así, demostraría que es el mejor operador electoral que tiene hoy el PAN a nivel nacional y, además, se convertiría en la persona indispensable, protagonista, para ese partido, esté o no esté Moreno Valle en la boleta de la elección presidencial dentro de dos años.
Si gana, habrá sumado tres victorias contundentes frente al poderoso aparato priísta (2010, 2013 y 2016), porque todo mundo habla de la “elección de Estado” en Puebla, pero pocos reflexionan que del otro lado no están mancos y que desde Los Pinos se ha apuntalado a la candidata Blanca Alcalá. No es fácil enfrentar el poder presidencial, aunque sea indirectamente.
Un triunfo de la alianza que propone la continuidad del proyecto morenovallista sería además el mejor escaparate para que el hoy gobernador poblano se reubicara en el escenario nacional y, con mucha seguridad, haría variar la percepción de que, en la carrera presidencial, él está detrás de Margarita Zavala Gómez del Campo, esposa del ex presidente Felipe Calderón, y el presidente del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) albiazul, Ricardo Anaya Cortés.
Una victoria este 5 de junio de su proyecto, significaría también un gran triunfo, hacer morder el polvo, a los magnos señores priístas: Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa Patrón y César Camacho Quiroz, quienes apoyaron, al menos de palabra, a la senadora con licencia.
Por cierto que hoy los números favorables a la opción morenovallista han despertado el interés de los otros dos aspirantes presidenciales del PAN.
No es extraño que Anaya de repente se haya sentido interesado por la elección poblana, pues ve certidumbre de triunfo y busca colgarse una medalla; en tanto, Margarita Zavala ha expresado quejas por no ser invitada a Puebla a tomarse la foto con Gali, como recogió este miércoles la columna Templo Mayor del diario Reforma.
Sin embargo, aunque muy remota, existe la otra posibilidad y en el escenario se ha comenzado a configurar la judicialización de proceso comicial, camino que también este miércoles comenzó seriamente a andar el Partido Revolucionario Institucional (PRI), con la solicitud ante el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) de que sea atraída la elección.
De ahí que Rafael Moreno Valle haya decidido pisar el acelerador a fondo, para no dar margen a la judicialización, pues en un pleito poselectoral las cosas se salen completamente de su ámbito de control y su influencia no llega al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), en cuya Sala Superior se definiría al minigobernador o minigobernadora.
No es una casualidad que, desde el arranque de la campaña constitucional, con aseo y cuidado en las formas y horarios, Moreno Valle haya realizado ya 25 visitas a zonas de la capital poblana y a diversos municipios, en donde de manera personal ha ido supervisando el trabajo, apretando tuercas, regañando a quien no da resultados y conociendo de primera mano el sentir de la gente, así como el día a día de los operadores.
Son públicas sus visitas a Calpan, Zacapoaxtla, la Unidad Habitacional La Margarita, Xiutetelco, Mixtla, Xayacatlán de Bravo, Zacatlán, por poner ejemplos, durante abril, y Venustiano Carranza, Cuautlancingo, Teziutlán, Tepeyahualco, Santa María Xonacatepec, Huejotzingo, las unidades habitacionales Agua Santa y San Bartolo, Huehuetlán El Chico y Huehuetla, en mayo.
Moreno Valle tiene ante sí la oportunidad de graduarse como el mejor operador electoral del PAN y uno de los mejores del país. Si gana, bien podría ir a la boleta de la elección presidencial en 2018 o abrir su abanico de destinos hacia la coordinación de los senadores del PAN en la LXIV Legislatura, que comenzará en septiembre dentro de dos años, o incluso a la presidencia nacional panista, en donde sería el primer líder que comenzó su carrera en otro partido, y, desde ahí, ver al futuro con un profundo suspiro de tranquilidad.
En caso contrario, reitero, no habrá siquiera escala en el limbo. Es un asunto de matar o morir, del todo o nada. Así de grande la apuesta y el reto este 5 de junio para quien logró echar al PRI de Casa Puebla y busca ir a contra historia con aquello de que “gobernador no pone gobernador”.