ARMENTA Y EL CURIOSO CASO DEL EX BURÓCRATA… ¡JUBILADO!

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Azuzados y arropados por el diputado federal Alejandro Armenta Mier, coordinador de la candidata del PRI, Blanca Alcalá Ruiz, el pasado viernes un grupo de ex trabajadores del gobierno acudió a San Lázaro para denunciar lo que consideran ha sido un despido masivo injustificado. Pero lo que pudo haber sido una verdadera –y tal vez legítima- demanda de justicia, terminó en un show. Un vodevil. Una lamentable, y penosa, puesta en escena, una más surgida de la desesperación del PRI ante el ruinoso estado de su campaña rumbo a la elección del próximo 5 de junio para renovar la gubernatura de Puebla.

Y es que los ex burócratas fueron acarreados como “borregos” y usados vilmente como “carne de cañón” por un Armenta Mier que, ávido de protagonismo, no sólo ha perdido por completo el estilo, sino que desde hace mucho tiempo ya no distingue lo importante de lo urgente, la forma del fondo, el árbol del bosque, convirtiéndose a final de cuentas en aquello que tanto juró no llegar a ser: un porro de la política aldeana.

El episodio, que incluyó un ríspido encuentro verbal con el diputado del PAN y operador morenovallista Eukid Castañón Herrera, resultó una de las más grandes imposturas de las últimas semanas, tan grande como el cinismo y la hipocresía de su autor intelectual, el mismo que hasta ahora, en plena época electoral, vino a “descubrir” el (horroroso) caso de los trabajadores despedidos, un caso respecto al cual el PRI y sus líderes más representativos –incluidos el citado Armenta Mier y la senadora (hoy con licencia) Alcalá- guardaron un ominoso silencio durante al menos dos años, escondiendo cobardemente la cabeza bajo la tierra.

“¡Reinstalación, ¡reinstalación!”, gritaron los ex burócratas mientras Armenta Mier y sus patiños, los también diputados Xitlalic Ceja, Carlos Barragán, Lorenzo Rivera y Graciela Palomares, culpaban cínicamente a los medios de comunicación poblanos del vacío que ellos, los priístas que nunca supieron ser oposición, hicieron todo este tiempo a las exigencias públicas de los miles de despedidos.

La manipulación del caso con evidentes fines político electoreros quedó en evidencia cuando, como muestran varios videos y fotografías, Armenta Mier presentó al señor Marco Antonio Manzano Ramírez como uno de los burócratas afectados y lo puso a hablar en representación de todos sus compañeros.

Al hacer uso de la palabra, Manzano Ramírez se apegó al guión con una obediencia digna de premio: dijo haber servido durante 38 años de forma ininterrumpida al gobierno del estado y aseguró haber sido corrido de un día para el otro, al igual que muchos más, como parte de un “plan” tan maquiavélico como perverso para que el morenovallismo lograra tener el control de la estructura gubernamental, como si eso no hubiese sucedido desde el primer día que el grupo del actual mandatario estatal llegó al poder.

Lo que no dijo Manzano Ramírez, pues el show montado burdamente por Armenta Mier hubiese perdido dramatismo e impacto escénico, es que él no sólo no fue “corrido de un día para el otro”, como juró ante los reporteros, sino que salió del gobierno estatal por una sencilla razón: tramitó y obtuvo su jubilación, en términos de ley.

En efecto. Fue el 8 de enero de 2014 cuando, a través del oficio número 1.1.080/14, el entonces encargado de despacho de la Dirección General del ISSSTEP, Félix Federico Palma Valdés, notificó a Manzano Ramírez que el 13 de diciembre de 2013, la Junta Directiva del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado de Puebla le aprobó su solicitud de pensión por JUBILACIÓN, mediante el acuerdo 106/2013.

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¿Cómo un jubilado consumado como Marco Antonio Manzano Ramírez tuvo la osadía de acudir a San Lázaro para ostentarse como burócrata “despedido” y hasta para hablar a nombre de todos los auténticos ex trabajadores del gobierno poblano, en medio de balbuceos ininteligibles y acusaciones de “represión”, “corrupción” y “persecución”?

Sólo a Armenta Mier, el showman de Acatzingo, pudo habérsele ocurrido.

Está claro que lo de San Lázaro el pasado viernes no fue sino un burdo y torpe montaje, con “cachirules” por delante.

Una vil y descarada impostura.

O peor: una celada sostenida con verdades a medias y mentiras completas, y orquestada con el evidente objetivo de ganar titulares de prensa, seguir llenando de lodo el proceso electoral en curso y utilizar a los verdaderos despedidos para lucrar con su causa, con su dignidad y, sobre todo, con su necesidad, al igual que los priístas lo hacen cada vez que hay elecciones con los pobres, los campesinos, las mujeres, los niños, las personas con discapacidad y los indígenas.

Es evidente que la desesperación invade al PRI y a sus principales operadores, quienes, de yerro en yerro, sencillamente no encuentran la forma de levantar una campaña sin pies ni cabeza, pero sobre todo sin una verdadera estrategia, pues no es con “palos de ciego” ni provocaciones baratas como van a convertir a Blanca Alcalá en la primera gobernadora de Puebla.

¿O me equivoco?

gar_pro@hotmail.com

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