Y finalmente, la senadora Blanca Alcalá Ruiz supo leer las señales de alerta y se ha dispuesto a apagar los focos rojos, para llegar, o al menos intentarlo, sin graves ni grandes obstáculos internos a la candidatura del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a Casa Puebla.
A dos días de que se realice, el próximo martes, la reunión entre los aspirantes a la minigubernatura y el presidente nacional del tricolor, Manlio Fabio Beltrones Rivera -como le adelanté la semana pasada-, Blanca Alcalá se reunió este domingo en uno de los lugares más públicos de Puebla con el ex diputado federal Enrique Doger Guerrero.
Con el conocido y reiterado estilo de los políticos poblanos, se tomó un café con Doger en un conocido hotel-restaurante del centro, el Royalty, para hacer declaraciones, para sacarse la foto y para que ya no queden dudas de que ella es la candidata.
Con Javier Casique como emisario, quien fue un dogerista puro y enlace entre los gobiernos municipales de ella y él -la primera sucedió al segundo en el Ayuntamiento de la capital-, Blanca Alcalá solicitó el encuentro al ex rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).
La senadora prepara el terreno para llegar sin lastres a la reunión del martes y Doger vio la oportunidad para, finalmente y de una vez por todas, mostrarle al Comité Ejecutivo Nacional (CEN), y sobre todo a Beltrones, su lealtad y reafirmar su priísmo.
La “operación cicatriz” que ha comenzado Blanca Alcalá será reforzada por “Don Beltrone” esta misma semana, cuando se supone que se firmará un “pacto de unidad” entre los aspirantes, que tendrá en realidad sabor a destape de la ex alcaldesa capitalina, el que sin embargo en los hechos ya adelantó el propio Doger al afirmar este domingo que Puebla está listo para su primera gobernadora.
Se entiende que aún no hay acuerdos concretos de lo que le tocaría a Enrique Doger, en caso de que ganara Blanca la gubernatura. Se espera, también, que eso sea afinado cuando ya se formalice su candidatura y con Manlio Fabio Beltrones como testigo de honor.
En el trabajo que realiza Alcalá, aún es una interrogante qué pasará con el otro aspirante, más débil y con menos oficio político, Alberto Jiménez Merino, delegado en Puebla de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, pesca y Alimentación (Sagarpa).
Y es que en ese caso, la senadora en realidad no tiene que hablar con él, sino con el ex gobernador Mario Marín Torres, quien es el autor intelectual y verdadero artífice de esas aspiraciones.
El cinismo de Marín ha sido tal que, en algunas conversaciones -cuentan los testigos-, ha rechazado bajar a su títere, con el argumento de que a él, nadie le ha dicho aún nada desde el CEN, como si se le tuviera que tener esa deferencia al llamado góber precioso.
El mismo discurso lo ha repetido en entrevistas, con su habitual torpeza, Jiménez Merino, quien no ha sabido, al igual que su patrón Mario Marín, leer las señales y atender con disciplina éstas.
En tanto, por todo el estado, los más de 80 alcaldes priístas comienzan a recibir la línea a favor de Blanca Alcalá y no cesan las reuniones en público y privado para el caso.
La encomienda es construir la plataforma, desde tierra, para brindarle a la senadora una estructura lo más fuerte posible, para hacer frente a la amplia ventaja que lleva el actual presidente municipal de Puebla, Tony Gali.
Por lo pronto, este martes en la oficina de Beltrones en la ciudad de México, habrá claridad, aunque luego de la reunión de este domingo entre Alcalá y Doger, lo más importante y peligroso parece estar ya zanjado.
Y es que a final de cuentas, como ya lo dijo el clásico, la política sigue siendo el arte de tragar sapos sin hacer gestos.