¿En serio el 2016 va a ser la madre de todas las batallas en Puebla? Es el lugar común que siempre buscan, y siempre encuentran, los especuladores políticos ante el inminente, y muy esperado, choque de trenes entre dos fuerzas en busca de retener o recuperar el poder.
Sí, sin duda alguna, el 2016 va a ser un buen agarrón de estructuras, pero hay algunos asegunes.
El PRI poblano se siente en este momento muy valiente; presume la contundencia y experiencia de su presidente nacional, Manlio Fabio Beltrones, y la solidez de su estructura, resucitada con éxito en la federal de 2015.
Sin embargo, hay situaciones que analizar: sí, por supuesto, existe un descontento entre la gente en Puebla y en el interior del estado con el actual gobierno, pero también es verdad que hay una estructura muy sólida y muy fuerte a favor del presidente municipal de Puebla y virtual candidato del grupo morenovallista, Tony Gali Fayad.
Esa estructura no está formada por un grupo de incondicionales, sino por personas que abiertamente reconocen la labor que realiza Tony Gali en el ayuntamiento capitalino.
Las cartas fuertes que Tony Gali puede esgrimir a su favor son el cumplimiento de sus compromisos de campaña y la transparencia de su gobierno.
El alcalde de Puebla cumplió, por ejemplo, con el Acceso Gratuito a Internet y superó la meta con 530 puntos de conexión WiFi, que benefician a los residentes de juntas auxiliares, unidades habitacionales y colonias de la periferia.
También cumplió el compromiso de Transparencia y Buen Gobierno, gracias a las buenas prácticas de su administración en materia de rendición de cuentas, acceso a la información y disponibilidad de datos.
Sin lugar a dudas, en el cierre de 2015, Tony Gali es el rival a vencer en la elección de 2016.
En el otro lado, a estas alturas de la contienda, los priístas siguen sin candidato (a), aunque los momios parecen estar a favor de la senadora Blanca Alcalá Ruiz.
Sea ella o el ex alcalde y ex rector Enrique Doger –el único con posibilidades de arrebatarle la nominación-, el gran reto del PRI es la unidad.
¿Cómo amalgamar a todos los grupos en un solo objetivo, cuando los incentivos de la minigubernatura son mínimos?
¿Cómo evitar las traiciones, la simulación y la política de brazos caídos por parte de quienes no se sientan incorporados al proyecto de regresar a Casa Puebla?
¿Cómo garantizar que no jueguen del lado del enemigo, como sucedió en 2013, cuando el morenovallismo arrasó en las urnas con la ayuda de los infiltrados del PRI?
Hoy, por si fuera poco, los priístas todavía siguen extraviados y confundidos con las señales que les mandan desde el centro, pues en todas la visitas que realizan los secretarios que integran el gabinete del presidente Enrique Peña Nieto, hablan maravillas del estado y de su gobernador, Rafael Moreno Valle.
Por ejemplo, en su ni tan lejana gira por Puebla, el titular de la SEP, Aurelio Nuño Mayer, uno de los más destacados funcionarios de la administración federal, reconoció que Puebla es un estado que va a la vanguardia en la implementación de la Reforma Educativa, con una visión estratégica de lo que se puede lograr en el sector.
El secretario no hablaba al aire, la evaluación Planea ubicó al estado en el primero y segundo lugares nacionales en Español y Matemáticas, un logro sin precedentes.
El reconocimiento de Aurelio Nuño no es menor, sino un reflejo de las fuertes alianzas de Moreno Valle en la cúpula del poder nacional, donde ha forjado una sólida relación con el propio Peña Nieto.
Las opiniones favorables de los funcionarios sobre los logros del gobierno de Puebla tienen totalmente desconcertados a los priístas, pues esencialmente no aciertan a adivinar cómo jugará el presidente Enrique Peña Nieto en el 2016.
¿De verdad quiere que el PRI recupere Puebla?
Si la respuesta es “sí”, ya se tardó en enviar señales.
Los priístas tienen dudas, muchas dudas.
Y saben que sin el aparato federal será muy difícil arrebatarle el poder a Moreno Valle, quien se juega algo más que su sucesión: la sobrevivencia de su grupo político y el papel que va a tener en la presidencial de 2018, por más que ahora luzca muy rezagado en las encuestas.
Sin el apoyo de Peña Nieto, la misión del PRI poblano será poco más que imposible.
Por si fuera poco, de acuerdo con los primeros sondeos, Tony Gali aventaja por 8 puntos a la que luce como la futura candidata del Partido Revolucionario Institucional, Blanca Alcalá.
Según las cifras de esa encuesta, si hoy fueran las elecciones, Tony Gali ganaría con el 31% de la votación.
Blanca Alcalá, del PRI, lograría un nada despreciable 23%.
Si a Morena lo abandera Abraham Quiroz, conseguiría 16%.
Movimiento ciudadano conseguiría con José Juan Espinosa, un 6%.
Falta por ver si se concretan las alianzas entre partidos y si surge o no un candidato “independiente” que pueda influir en el resultado de la trascendental elección que viene.
¿Va a ser, entonces, la madre de todas las batallas?
La historia está por escribirse, y en un escenario de alta competitividad y alta participación electoral todo puede pasar, pero por el momento algo es cierto:
Rumbo a la contienda de 2016 en el estado de Puebla, la moneda sigue en el aire, pero no es difícil vislumbrar de qué lado podría caer.
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Esta columna volverá a actualizarse en enero de 2016.
¡Felices fiestas!