LAZCANO EN LA SEDATU: CAOS Y ABUSOS… A NOMBRE DEL PRESIDENTE

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Ante la ola de quejas en su contra por parte de la clase política poblana, Román Lazcano Fernández y su pasado están poniendo en riesgo a la SEDATU y enlodando todavía más al gobierno del ya de por sí alicaído Enrique Peña Nieto. Y es que a tan sólo un mes de su arribo como nuevo delegado de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, el ex síndico de la hoy senadora Blanca Alcalá -y zavalista de closet- ha causado un verdadero caos administrativo y cometido múltiples abusos laborales, sembrando odios, decepción y en muchos casos verdadera indignación.

Desde su llegada a esta delegación federal, en sustitución del hoy candidato del PRI a la diputación por el distrito 2 con cabecera en Zacatlán, el inefable Lorenzo Rivera Sosa, Lazcano Fernández se ha encargado de dejar muy, pero muy en claro que su inesperado nombramiento la SEDATU no se trató de una decisión colegiada, mucho menos basada en el consenso con los grupos del priísmo local, sino fue origen de instrucciones directísimas del mismísimo presidente de la República.

En efecto: no fue el híper activo Miguel Ángel Osorio Chong, desde la SEGOB, ni tampoco su jefe inmediato, Jorge Carlos Ramírez Marín, titular de la SEDATU, quienes lo “palomearon”; de acuerdo con lo que él mismo viene platicando de café en café, locuaz que es, a Román Lazcano le bastó con rozarse algún tiempo en las aulas de la Universidad Panamericana con Peña Nieto para “apantallar” a quien luego, con el tiempo, se convertiría en jefe del Ejecutivo federal.

Pero lo que seguramente ignora Peña Nieto, íntimo amigo de Román según su propia versión, es que Lazcano Fernández no goza precisamente de una brillante trayectoria como político ni de una eficiente carrera en el servicio público; menos, mucho menos de la simpatía de los principales actores locales en Puebla, situaciones que ponen en inminente riesgo su paso por el gobierno federal.

Más aun cuando lo único que se habla de él, a tan sólo un mes de su llegada a la delegación poblana, lejos de ser la muestra contundente de su trabajo encabezando los innumerables programas sociales con los que cuenta la SEDATU, es del despotismo, la soberbia y los malos tratos que tiene con todo mundo, desde su propio equipo de trabajo -emanado de la notaría de su padre René Lazcano- hasta presidentes municipales, organizaciones sociales y campesinas, que sencillamente ya-no-lo-soportan.

Mareado y borracho de poder, típico burócrata de terciopelo que cree tocar el cielo al regresar del ostracismo (tuvo que exiliarse en el DF ante el temor de ir a la cárcel y pagar viejos pecados de él y de sus hermanitos) y regresar a la nómina, el “Señor Delegado” se siente intocable y peor: protegido por el presidente, a nombre del cual cometen toda clase de atropellos y atrocidades, los más graves contra los poblanos más humildes. Desde Los Pinos se ha instruido al gabinete federal a escuchar y atender como prioridad a Román Lazcano, y éste, como las sirvientas, no sólo ha tomado la mano, también los pies. Ya se cuentan por docenas los despidos en una SEDATU que salió de Guatemala para entrar a Guatepeor…

Más allá del tormentoso inicio de Lazcano Fernández como delegado, es el pasado –el pasado reciente- lo que persigue a este priísta. Sólo es cosa de recordar su azaroso paso como síndico municipal durante la administración de Blanca Alcalá, periodo marcado por el escándalo, la ineficiencia y el conflicto.

Ahí están, por ejemplo, las acusaciones sobre sobornos millonarios a particulares para dejarse perder casos legales del ayuntamiento o los señalamientos de haberse coludido con una poderosa red de jueces civiles para brindar protección a delincuentes, lo que incluso ocasionó la ruptura con la entonces alcaldesa, quien muy a tiempo se desmarcó del recomendado del por entonces todopoderoso Javier López Zavala.

Hoy, de hecho, el gobierno de Tony Gali, en especial el síndico Héctor Sánchez Sánchez, está “pagando” algunos de esos platos rotos por el “eficiente” Román Lazcano, cuyo paso por la comuna le ha costado a la ciudad unos cuantos millones de pesos.

Estos y muchos otros actos más colocan a Román Lazcano en el ojo del huracán, carente de toda credibilidad ante la opinión pública y ante la misma clase política del estado, levantando serias, muy serias dudas sobre sus intenciones, las cuales, no sería raro, podrían ser una vez más muy distintas a los intereses que dice proteger y de quien lo puso en la delegación federal.

Un golpe de suerte –no el mérito político o profesional- lo tiene ahí en la SEDATU, una oportunidad que está desperdiciando cegado por la soberbia y la ambición.

Olvida que la vida es una rueda de la fortuna, que unas veces se está arriba y otras abajo, y que si una vez tuvo el buen tino de coincidir con quien sería presidente de México al irse a la ciudad de México a estudiar un posgrado, la fortuna no es –ni dura- para siempre, sobre todo cuando se van sembrando agravios como no lo ha dejado de hacer desde que llegó a la SEDATU.

¿O me equivoco?

gar_pro@hotmail.com

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