La noche de este lunes, tras una maratónica sesión cupular en el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI, se tomó la decisión de dejar definitivamente fuera de la lista plurinominal al Senado a Mario Marín Torres.
Sí, en efecto, el impresentable ex gobernador de Puebla la peleó hasta el final, con uñas y dientes, pero una decisión al más alto nivel, y que pasó por las manos del candidato presidencial Enrique Peña Nieto, lo rasuró total, completamente.
Hasta donde se sabía, junto con Marín se cayeron de la famosa lista otros dos ex gobernadores de larga, larguísima cola: el veracruzano Fidel Herrera y el oaxaqueño Ulises Ruiz, quienes, como su colega poblano, ya la creían amarrada a pesar de todos los pesares.
Una fuente enterada de las entrañas del PRI nacional aseguró anoche que ninguno de los tres (Marín, Herrera y Ruiz) reparó en un detalle de la convocatoria, con obvia dedicatoria.
Específicamente la cláusula que señala que el candidato designado para ir por la vía plurinominal “debe prestigiar al partido”.
Condición que –como se sabe- no reúnen, y Marín el que menos, desde ningún punto de vista: son personajes repudiados social y políticamente por sus conocidos excesos y abusos a su paso por la administración pública, que por eso mismo representarían un lastre para el PRI y especialmente para Peña Nieto.
El mismo que no las trae de por sí todas consigo y que cortó por lo sano y mejor se decidió por otros perfiles, digamos, menos enlodados, como el del dirigente de la CNOP, Emilio Gamboa; el líder de la CNC, Gerardo Sánchez, o la secretaria general del CEN, Cristina Díaz, entre otros.
Y es que como aquí se dijo desde hace muuucho tiempo, Marín es indefendible, y más, mucho más en medio de una campaña que desde ahora puede anticiparse reñidísima, con tendencia a cerrarse conforme se acerque el día de la elección.
La lista definitiva tendrá que aprobarse este miércoles y aunque se esperan algunas sorpresas (habrá, por ejemplo, no pocos allegados a Manlio Fabio Beltrones), hay que descartar la que tendría que ver con la resurrección –política- del góber precioso, cuya llegada al Senado debería tomarse (y no exagero) como un verdadero agravio, si no es que como una auténtica ofensa a millones de mexicanos.
Así que el polémico Mario Marín –que no se ha fugado, aunque tal vez debería empezar a hacerlo- ha perdido la última oportunidad que tenía de contar con fuero, fuero legislativo, esa coraza de impunidad que por desgracia reciben en este país los políticos corruptos.
Ahora cualquier cosa puede pasar, cualquiera.
Y el 1 de julio está tan cerca.