Arturo Luna Silva
Desesperado quizá por sus pésimos números en las encuestas que miden la competencia interna panista hacia Casa Puebla, Humberto Aguilar Coronado, mejor conocido como “El Tigre”, decidió dar un paso adelante con el reparto de cientos de folletos de abierta propaganda en municipios y comunidades del estado que aspira a gobernar.
No está mal, desde luego, que el senador de la República se brinde una sesión de auto elogio, con la difusión de sus actividades; lo que puede meterlo en serios problemas es que en los folletos a color, que su equipo, encabezado por Maribel Pérez Vargas, reparte por montones, se hace abierto proselitismo a favor de su causa, cayendo tal vez en una grave violación a lo que marca el artículo 200 bis del Código de Instituciones y Procesos Electorales del Estado de Puebla.
“Ningún ciudadano podrá realizar actividades propagandísticas y publicitarias, con el objetivo de promover su imagen personal, de manera pública y con el inequívoco propósito de establecer su postulación a un cargo de elección popular”, dice en su parte sustancial el referido artículo, que convertiría a “El Tigre” en ¿delincuente electoral?
Hace unos días en este periódico digital publicamos un estudio de opinión de la empresa Consultores y Marketing Político S.C., en el que Aguilar Coronado sólo alcanzó 3 por ciento de las preferencias entre los militantes panistas (por 55 por ciento de Rafael Moreno Valle y 18 por ciento de Ana Teresa Aranda). Así, el legislador federal quedó exhibido como el rival más débil del blanquiazul, es decir, como el candidato ideal, soñado por el PRI, que de por sí le saca hoy 24 puntos de ventaja al PAN en la carrera a la gubernatura.
“El Tigre” se sabe rezagado, fuera de ritmo, con varias rayas de menos, y no ha encontrado mejor modo para posicionarse como una opción medianamente competitiva que echando a andar la imprenta de las ilusiones: “Los medios hablan de Humberto Aguilar Coronado”, “Dejando huella con los jóvenes”, “No descarto contender para ser gobernador del estado”, “Soy el que más crece en las encuestas”, “En el PAN votan los militantes” y “Queremos darle a Puebla un nuevo rostro, un rostro humano, un rostro orgullosamente azul”, son algunas de las ideas que propaga, lastimosamente, este desesperado aspirante a gobernar el estado.
En uno de los folletos en poder del reportero, el senador presume que siempre ha estado a favor de la mujer. Destaca su relación con Eufrosina Cruz Mendoza, una política indígena de Quiegolani, Oaxaca; asimismo, sus vínculos con Cristina Sánchez de Cima, Martha Castrezana y Augusta Díaz de Rivera, y lo mucho que ha hecho por ellas y por Puebla. No menciona, por supuesto –tal vez se le olvidó-, que hace unas semanas un grupo de vecinas de Santa Cruz Guadalupe lo acusó de prepotente por mandar a construir, sin su autorización, dos bardas a mitad de calle que bloquearían la circulación al interior del fraccionamiento, en donde él también vive, afectando a unos 300 habitantes.
Quizá sea hora de mandar a elaborar nueva propaganda, sobre todo después de que el propio Aguilar Coronado pareció bajarse de la carrera a Casa Puebla al señalar, al término de una reciente reunión con el diputado Eduardo Rivera Pérez, que si no llega a ser gobernador, no le desagradaría pelear por la alcaldía de Puebla.
Total, que lo que caiga es bueno, “haiga sido como haiga sido”, pues hay que seguir mamando de la ubre del presupuesto, cómo de que no, al más puro estilo priísta (y bien dice que “El Tigre” es el más priísta de los panistas).
Hete aquí sólo algunos ejemplos de los folletos que distribuyen los colaboradores del senador:
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Hoy, durante la reunión privada que en el PRI sostendrán los aspirantes al gobierno del estado para definir a las dos o tres encuestadoras nacionales que los medirán, quedará en claro que la presidenta municipal, Blanca Alcalá Ruiz, ya no está dentro de la carrera a Casa Puebla.
Fuentes bien enteradas cuentan que fue por decisión propia, que nadie la obligó, que valoró ventajas y desventajas, que hizo caso a los consejos del ex gobernador Manuel Bartlett (“No se pelee con Mario Marín”), que optó por dejarle el camino libre a Javier López Zavala y que –eso sí- su determinación final no es ni será de a gratis.
Hábil política, silenciosa pero efectiva, Alcalá, cuyo viaje a Quito, Ecuador fue perfectamente planeado para ausentarse del cónclave de este día, negoció con el “Gran Elector” tres cosas:
La primera: ser senadora de la República.
La segunda: apoyo económico de a deveras por parte del gobierno del estado para que cierre fuerte, muy fuerte, su administración.
Y la tercera (y tal vez más importante): que el ex diputado Jorge Estefan Chidiac sea el candidato del PRI a la presidencia municipal de Puebla.
Y a todo, juran, dijo que sí Mario Marín.
La trayectoria, la capacidad intelectual, el perfil ciudadano y las relaciones nacionales que trae Jorge Estefan Chidiac bajo el brazo (en un abanico que va desde Emilio Gamboa hasta Enrique Peña Nieto y Agustín Carterns) fueron razones más que suficientes para terminar de convencerlo de la viabilidad de su candidatura por Puebla capital.
Alcalá, a cambio, se comprometió a apoyar con todo al “delfín” del marinismo, Javier López Zavala, cuya ventaja ahora será más amplia en las encuestas una vez que la alcaldesa ya no será medida en las mismas.
Marín entendió que no puede quedarse con todo: gubernatura y presidencia capitalina.
Y es que hasta le conviene (y en un descuido hasta de demócrata termina).
¿Por qué?
Bueno, porque empuja e impulsa, sí, a su hijo político a Casa Puebla, pero da señales de apertura y tolerancia abriendo posiciones a otros grupos del PRI y cediéndoles el más importante ayuntamiento del estado.
Adquiere, así, margen de maniobra, oxígeno puro y además, por si faltara algo, se sale con la suya.
¿Y Mario Montero Serrano, el favorito inicial del gobernador para la presidencia municipal?
Pues todo parece indicar que otra vez, ya por tercera ocasión, tendrá que apechugar y recordar que la política es el arte de tragar sapos sin hacer gestos.
¿Voy bien o me regreso?
Para que nos quede claro:
¿Qué fórmula le parece más exitosa?
¿Cuál más competitiva?
¿Zavala-Montero?
¿O Zavala-Jorge Estefan?
La respuesta es obvia, ¿verdad?