Un tema que, por privilegiar el interés colectivo, es de mucha relevancia, es el referente a los requisitos que ahora deberán cumplir los organizadores de bailes populares, conocidos como sonideros: permiso ante el área de Normatividad del Ayuntamiento de Puebla capital, firmas de autorización de los vecinos y el aval de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC).
Nada sencillo, pero tampoco nada imposible de conseguir, si se cumple la ley.
La medida que fue establecida por el Ayuntamiento capitalino sienta un precedente relevante.
Muchos de estos festejos, que se realizan cotidianamente, sobre todo en las colonias de la periferia de la ciudad y las juntas auxiliares, violan, en la mayoría de los casos, normas y leyes.
En muchas ocasiones, los organizadores se llevan abundantes ganancias, pero pasan por encima de los derechos de los ciudadanos.
No solamente se trata del volumen excesivo.
Sino que también se apropian de las calles.
A placer cierran vialidades.
Venden bebidas alcohólicas.
Más de una ocasión hemos sido testigos de que esos bailes terminan en pleitos.
En conductas delictivas o antisociales.
O en homicidios.
No se trata de restringir libertades.
Ni de ser santurrones.
Se trata de organizar las cosas con respeto a las normas.
Los llamados sonideros, personajes y empresas que son bien conocidas, habían encontrado muchos resquicios para violar los reglamentos.
Por ejemplo, por mucho tiempo se arreglaron con los presidentes auxiliares.
De ese modo cerraban calles.
Instalaban aparatosos equipos.
Y realizaban eventos masivos.
Como si la autoridad auxiliar estuviera por encima del Ayuntamiento y no al revés.
Una facultad que nunca han tenido.
Las advertencias del gobierno municipal y restricciones que se han establecido vienen muy a tiempo, por la temporada de carnaval, que está próxima.
El lunes lo dejó muy claro el presidente municipal Eduardo Rivera Pérez.
La realización de esos bailes, dijo, “tiene que ser conforme a la norma del Municipio de Puebla”.
La advertencia no tiene marco de interpretación: “yo no puedo llegar, por mucho que sea una tradición, colocar mi tráiler, poner bocinas a todo volumen y poner chelas…
“Hay que decirlo, durante los bailes sonideros no sólo se va a bailar, sino que después pasa que después empieza a haber alcohol, problemas sociales, riñas, delitos y entonces piden que el gobierno municipal operé”, reprochó el alcalde.
Aquellos bailes que no cuenten con licencias y que no hayan solicitado los permisos correspondientes, incluido de los vecinos, serán cancelados o interrumpidos.
Se aplicarán sanciones.
Las que pueden recaer en los organizadores, pero también en las autoridades auxiliares, si es el caso.
Las multas establecidas, de acuerdo con cada caso, pueden llegar a 20 mil UMAs (Unidad de Medida y Actualización), equivalente a un millón 980 mil pesos.
Así que ya se la saben:
Sin permiso, no hay baile.
“Sabor, ritmo, cotorreo” y cultura popular, sí.
Pero en sintonía con las normas.
Así de fácil, así de sencillo.