Un trascendido, que además tiene una lógica sólida, expone que hay ya un pacto entre la diputada federal priísta Blanca Alcalá Ruiz y el presidente municipal de Puebla capital, el panista Eduardo Rivera Pérez, para hacer dupla en 2024, con las siglas de la Alianza Va por Puebla (PAN-PRI-PRD). La versión cobra verosimilitud cuando se revisan las cifras de todas las encuestas: ella, quien ya ha sido alcaldesa, tiene los mejores números en el tricolor; mientras que él, es la mejor carta en las mediciones hacia Casa Aguayo.
A unos 10 meses de resolver quiénes serán los abanderados y si habrá coalición opositora en Puebla, no hay quién les haga sombra a esos dos políticos.
Ella y él, quienes, por cierto, han intensificado sus giras juntos.
Como la de este jueves en la junta auxiliar de Azumiatla, para anunciar obras de rehabilitación de calles, planta de tratamiento y colector sanitario.
Sus números son consistentes desde que se comenzó a medir esa posibilidad.
Blanca Alcalá no solamente es la más conocida del PRI, sino también la que tiene menos negativos en ese partido.
Ha sido de todo: diputada local, hoy federal, antes presidenta municipal, luego senadora de la República y en medio candidata al gobierno del estado en 2016.
De Eduardo Rivera ya todo mundo ha hablado: es la única carta con posibilidades reales de dar la competencia contra el Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Es por segunda vez alcalde capitalino y ha sido diputado local y federal, además de dirigente estatal del Partido Acción Nacional (PAN).
Su popularidad está tanto entre los panistas, como priístas y los pocos perredistas que andan todavía por ahí.
Si acaso, el conflicto que los dos pudieran enfrentar hacia la obtención de sus respectivas candidaturas es la resistencia interna.
Aunque Alcalá Ruiz se dibuja como la mejor opción opositora a la alcaldía poblana, hay otros que también quieren.
El presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en Puebla, Néstor Camarillo Medina, es uno.
El ex alcalde de Quecholac y actualmente diputado local, sin embargo, no pinta suficientemente en las mediciones.
Lo mismo ocurre, aunque no con tan mal nivel como el primero, con el empresario José Chedraui Budib.
Él también ha levantado la mano.
Sin embargo, falta ver si permanecerá en el PRI o se irá a apoyar otras ideologías, ahora que el gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, de Morena, es uno de sus mejores amigos.
También está el diputado federal panista Mario Riestra Piña, quien últimamente ni fu ni fa y quien sería el principal damnificado de confirmarse la dupla Eduardo Rivera-Blanca Alcalá.
En tanto, para hacer contrapeso a Eduardo Rivera rumbo a la candidatura opositora a la gubernatura, otros han dicho “esta boca es mía”.
Los históricos.
Y los histéricos.
Del PAN y del PRI.
Los diputados federales panistas Ana Teresa Aranda y Humberto Aguilar Coronado.
Del PRI, Jorge Estefan Chidiac.
Pero la realidad es que ninguno y ninguna de los aspirantes, en ninguno de los partidos de la oposición, tiene la competitividad que ellos representan.
La más reciente encuesta de Massive Caller, que fue publicada el 17 de enero, es solamente sobre la gubernatura, pero nos da luces.
Se mide en el mismo paquete a los posibles aspirantes de la Alianza Va por Puebla a Casa Aguayo.
Por el PAN, por mucho, el más competitivo es Lalo Rivera, con 40.7 por ciento.
Por el PRI, la mejor ubicada es Blanca Alcalá con 8.5 por ciento.
Eso debe arrojar reflexiones.
La batalla de 2024 para PAN, PRI y PRD será en franca desventaja contra Morena, que lidera las proyecciones como marca.
No puede la oposición darse el lujo de ir con candidatos frágiles.
Sería como endosar la plaza.