Sin margen para dudas ni interpretaciones, el secretario de Gobernación federal, Adán Augusto López Hernández, dejó mensajes más que claros sobre la sucesión gubernamental en Puebla: no hay dados cargados ni un favorito por anticipado, y el piso está parejo para los dos aspirantes más visibles e, incluso, para un tercero -o más- que el grupo barbosista pueda alcanzar a construir como una opción competitiva hacia el 2024. También, que los tiempos no han llegado.
En su visita del pasado viernes a Puebla, el tabasqueño refrendó su apoyo, sin ningún regateo, al gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina.
A su gabinete.
A la administración entera
Y con especial mención a la LXI Legislatura del Congreso local.
“Estoy seguro que Sergio (Salomón) está a la altura de las circunstancias y que el Congreso del estado no se equivocó en la decisión de nombrarlo como gobernador…
“Para el gobierno federal, el gobernador constitucional del estado de Puebla se llama Sergio Salomón Céspedes Peregrina…
“Además, el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, está en la total disposición de apoyar al Gobierno de Puebla, que no quede ninguna duda…”
Ahí quedó fuerte y claro el mensaje institucional.
Con énfasis de Estado.
Con él, vino también la secretaria de Educación federal, Leticia Ramírez Amaya.
El subsecretario de Desarrollo Democrático, Participación Social y Asuntos Religiosos, César Yáñez Centeno.
(Un viejo conocido de Puebla. Aquí se casó en 2018).
El énfasis de la agenda del también aspirante presidencial tuvo subrayadamente un carácter institucional, que combinó con actividades proselitistas y legislativas.
En su gira poblana, el titular de la política interna del país, tras la reunión formal con los funcionarios estatales, encabezó una comida con empresarios.
Finalmente, una reunión en el Centro de Convenciones, a propósito de los diálogos que López Hernández realiza para explicar la Reforma Electoral, que quedó pendiente en el Congreso de la Unión, para el próximo periodo ordinario, que comienza el 1 de febrero.
Y el mensaje político lo ofreció ahí.
Contundente.
Directo.
Aunque algunos habían presumido que en esa reunión habría un “destape”, no ocurrió.
Desde su llegada a Puebla, por la mañana del viernes, en una conferencia de prensa, lo remarcó.
Dijo Adán Augusto: “Yo no soy referí de boxeo para andarle levantando la mano a nadie…”
Sin embargo, sí lo hizo.
Pero sin sesgos.
Sin unción adelantada.
Las manos levantadas por el secretario de Gobernación, al final del acto y al mismo tiempo, fueron dos: la del diputado Ignacio Mier y la del senador Alejandro Armenta.
Los dos primos.
El primero coordinador del Grupo Parlamentario de Morena en la Cámara de Diputados.
El segundo presidente del Senado de la República.
Los dos aspirantes.
Los dos, dijo, sus “amigos”.
Pero ninguno favorito.
Nadie el elegido.
No todavía.
Ni cartas marcadas.
Ni dados cargados.
Los tiempos llegarán.
Con referí o sin él.
No hay prisas artificiales.
Así lo dejó muy claro el secretario de Gobernación en su visita a Puebla.