Arturo Luna Silva
Será el 1 de octubre próximo cuando una auténtica revolución se observe en el Congreso del estado de Puebla.
So pretexto que irá en busca de la candidatura del PRI al gobierno municipal de Tehuacán, José Othón Bailleres Carriles solicitará licencia para separarse de su responsabilidad como diputado, “coordinador” de los priístas y, sobre todo, presidente de la Gran Comisión.
Será una salida “digna” a un desastroso desempeño.
Cansado de las torpezas de quien, dicho sea de paso, ofreció todo un curso de qué no hacer en el arte de la negociación política, “El Gran Legislador” se deshará así de José Othón Bailleres, un tipo mejor conocido como “Tontón”, que no supo estar a la altura de su circunstancia y que perdió la brújula desde el inicio de su gestión.
De rebote le cayó la posición de poder que hoy todavía ocupa; de un “coscorrón” será mandado de regreso a su terruño, en una suerte de exilio no reconocido.
La transición en el poder Legislativo poblano ya se opera desde Casa Aguayo.
Según una fuente probadamente confiable, en la línea de sucesión aparecen tres nombres: Rocío García Olmedo, Pablo Fernández del Campo y Humberto Aguilar Viveros.
Sin embargo, todo parece indicar que la decisión ya está tomada.
La presidenta de la Comisión Inspectora del Órgano de Fiscalización Superior irá a hacer lo propio en Atlixco: quiere ser alcaldesa.
Por su parte, el presidente de la Comisión de Gobernación permanecerá hasta el final en la puja por la candidatura del tricolor a la presidencia municipal de Puebla, pues en los últimos días se constató que sus posibilidades son más altas, y reales, de lo que muchos suponen.
Será entonces el presidente de la Comisión de Hacienda quien se convierta en el nuevo presidente de la Gran Comisión.
Sólo falta saber si su gran, gran cercanía con Javier “El Delfín” López Zavala irá a favor o en contra de Humberto Aguilar Viveros para verlo al frente de la Legislatura.
Mientras tanto, el futuro se escribe hoy en tiempo presente.
Sí, adiós Othón, adiós.
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El pasado sábado, Enrique Doger Guerrero ofreció en el salón “El Sol” del Boulevard Forjadores un desayuno a 200 de los integrantes de su estructura central, para agradecerles todo el trabajo que realizaron para que el festejo con motivo de su cumpleaños fuese todo un éxito, dado que lograron convocar (“haiga sido como haiga sido”) a más de 10 mil almas.
A todos ellos, el aspirante a Casa Puebla les reiteró que no se va a doblar y que llegará “hasta el final” de la contienda interna.
También les pidió resistir las presiones y amenazas que vienen sufrieron por parte de operadores gubernamentales, quienes están quitando programas sociales y otros beneficios a quienes se atrevieron a acompañar a Doger en su fiesta del pasado 23 de agosto.
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“Para Puebla…¡zeta!”, son los flash que el equipo de Javier López Zavala difunde semi ocultos (subliminalmente) en la pauta comercial de la empresa Radio Oro desde la pasada semana.
El hecho ya fue registrado por al menos uno de sus rivales en la carrera por Casa Puebla.
No le sorprenda que incluso el asunto provoque una polémica y en las siguientes semanas la primera denuncia formal ante el Instituto Electoral del Estado por “actos anticipados de campaña” contra el favorito del gobernador Mario Marín.
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Como le adelanté el pasado viernes aquí en este espacio, Juan Carlos Mondragón Quintana se perfila para ser el sucesor de Rafael Micalco Méndez al frente de la dirigencia estatal del PAN.
Este fin de semana el ex líder nacional de los jóvenes del blanquiazul se dedicó a hacer lo que mejor sabe hacer: política.
Se reunió o conversó vía telefónica con los principales liderazgos de Acción Nacional y no encontró sino simpatías y adhesiones a su proyecto.
Lo anterior incluye a la mayoría de los aspirantes del PAN a Casa Puebla, quienes lo perciben inteligente y sobre todo neutral.
Será este lunes cuando Mondragón Quintana presente su renuncia como secretario particular del rector de la UDLAP, Dr. Luis Ernesto Derbez, para terminar de hacer los amarres correspondientes, tarea en la que ha recibido gran ayuda –hay que reconocerlo- del propio Rafael Micalco.