Doger: te lo digo Alejandro para que lo entiendas Mario

Arturo Luna Silva

Imparcialidad, requisito básico para ser dirigente partidista”.

Así encabezó Enrique Doger Guerrero el artículo de opinión que ayer publicó en varios medios de comunicación, especialmente impresos locales y destacadamente “Milenio Puebla”.

Cualquier lector novato podría decir que el destinatario del ex alcalde es Alejandro Armenta Mier, el líder del PRI en el estado.

Pero no (más allá de que Alejandro ande de vacaciones).

Y es que en realidad es Mario Marín Torres a quien se dirige el aspirante a sucederlo y presidente nacional del Indema.

Y lo hace no desde la diatriba; sí, sin duda, desde el reproche por la forma, digamos, poco aseada en que se viene conduciendo el proceso de elección del candidato del PRI a la gubernatura.

Doger dice, dice mucho y dice cosas como éstas:

Como he dicho en varias ocasiones en éste y otros espacios, cuando el réferi es parcial, tendencioso o se comporta más como protector de un contendiente que como el árbitro, se deslegitima el resultado de la disputa y –hablando de política- se generan disputas y divisiones que en muchas ocasiones llevan a la ruptura interna y a la derrota (…).

En consecuencia, es importante que al interior de las dirigencias del PRI en todos los niveles prevalezca una actitud de imparcialidad, objetividad e igualdad hacia militantes que aspiran a ganar en las elecciones locales de 2010, porque sólo así se puede tener un proceso interno que fortaleza al partido, legitime a los futuros candidatos y mantenga la unidad entre los priístas (…)

Tampoco es correcto juzgar de manera diferente dos hechos iguales. Me explico: un dirigente partidista puede avalar o no lo que él considere como “actos anticipados de campaña”, pero lo que no debería hacer es guardar silencio cuando un precandidato hace un evento público con jóvenes y reparte sus playeras propagandísticas y, una semana después, condenar con dedo flamígero las acciones de otros aspirantes (…)

Lo deseable es que prevalezcan la imparcialidad, objetividad y el sentido común en representantes de un partido, que de cara a la ciudadanía vive un proceso interno competido y difícil, del que puede salir fortalecido o lesionado, dependiendo del comportamiento no sólo de sus participantes, sino también de sus árbitros. Insisto: un proceso interno equitativo, imparcial y sin cartas marcadas fortalecería al PRI y a sus candidatos en el 2010, pero lo contrario puede provocar escisiones, ilegitimidad y derrotas (sic).

En otras palabras:

Te lo digo Alejandro para que lo entiendas Mario.

¿Así o más claro?

gar_pro@hotmail.com

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