Resulta muy, pero muy sospechoso que, en las últimas tres semanas, hayan estado apareciendo, ya en seis distintas ocasiones, restos humanos en distintos barrios, colonias y una junta auxiliar de Puebla capital. Los hechos han despertado la legítima duda y la lógica suposición de que pudiera tratarse de una acción concertada, para causar intranquilidad y generar la impresión de que los poblanos y poblanas vivimos en un clima de “gran inseguridad”.
De acuerdo con las versiones que han trascendido, se trata en la mayoría de los hallazgos de partes del mismo cadáver.
Eso refuerza la duda.
Han sido, además, colocados para que sean fácilmente descubiertos por los transeúntes.
Llama también mucho la atención que en Puebla no hay registro de hechos de violencia que puedan ser origen de esos asesinatos o muertes.
No hay recientemente una “ola delincuencial” que dé como consecuencia esta recurrente aparición de restos.
El Parque de las Ninfas, en los barrios de Santiago y Santa Catarina, en la colonia Belisario Domínguez, la junta auxiliar de San Francisco Totimehuacán y Xonacatepec han sido escenarios de las apariciones.
En bolsas.
En maletas.
Casi expuestos para que las miradas apresuradas que pasan por ahí, de inmediato los reconozcan y se horroricen con los restos humanos.
Para que se escandalicen los transeúntes con el fétido olor de la muerte y la descomposición.
Hay la hipótesis de que, al menos en la mitad de los seis casos registrados -los más recientes el pasado Sábado de Gloria y este lunes-, se trata de un mismo cadáver.
Será complicado su reconocimiento, pero los peritos de la Fiscalía General del Estado (FGE) ya trabajan en ello.
El gobernador Miguel Barbosa consideró que se trata de “mensajes” que se mandan “entre personas que delinquen”.
Lo dijo el 12 de abril, cuando se habían registrado tres casos.
Todos parecidos.
Todos similares.
Con mucha sincronía.
En un caso que parece distinto, la tarde de este lunes fue localizado un recién nacido sin vida a la altura de boulevard Xonacatepec.
El menor había sido abandonado en una bolsa negra y los perros hurgaban y comían de ella.
El tétrico hallazgo hace recordar el caso de Tadeo, el bebé que fue encontrado en un contenedor de basura en el penal de San Miguel, a finales de enero pasado.
De ese caso, se concluyó que la intención de exhumar ilegalmente el cadáver, en la Ciudad de México, y luego llevarlo al penal, tuvo como intención perjudicar al gobierno.
Desestabilizarlo.
No pudieron.
Las huellas del montaje quedaron a la vista.
De ahí que también en este “regadero” de partes humanas, pareciera que hay un objetivo detrás.
La duda es muy lógica.
Además de que, per se, es un asunto muy perverso.
Ojalá la FGE a cargo de Gilberto Higuera Bernal pronto lo aclare.