Arturo Luna Silva
Querido diario: me encuentro fuera de Puebla pero aún así vuelvo a ti para contarte que allá en nuestra tierra las aguas están calientes y casi fuera de control.
En el PRI y Casa Puebla afirman que todo marcha como maquinaria de reloj y no sólo eso: como entre algodones; sin embargo, otra cosa muy distinta se ve desde ésta, la butaca de primera fila donde, gracias a la distancia, se ve todo en conjunto.
Y es que ya quedó claro, clarísimo, que la regla es que no hay reglas (o si existen, nadie cree en ellas y nadie las respeta porque de entrada –y de salida- son inequitativas).
Que el árbitro del cotejo tiene dueño y por tanto empieza a ser acusado de “vendido” dada su inocultable inclinación hacia el “elegido” (si bien no deben nunca negarse, los compadrazgos sí deben al menos disimularse. La forma sigue siendo fondo).
Que los aspirantes que no gozan del beneplácito del “Gran Elector” (los rebeldes, pues, de la galaxia) comienzan a entender que son más fuertes, y más temibles, en acción coordinada y concertada que cada uno solo por su lado.
Y que a los “enanos” les están creciendo las piernas –y las garras- (minimizar a Alcalá, a Doger o a Estefan Chidiac puede ser un grave, gravísimo yerro).
En otras palabras, la sucesión está saliéndose del guión (o story board).
Las palabras mágicas (equidad e imparcialidad) no se ven por ningún lado y mientras este estado de las cosas continúe, el ya de por sí difícil proceso de elección del candidato se irá paulatinamente complicando más y más.
Y mira, dicha lectura no es patente exclusiva de algunos analistas locales (por cierto, qué buen ojo el del maestro Alejandro Chacón).
Hasta a nivel nacional, los observadores empiezan a anticipar una verdadera “camotiza”, en la que los precandidatos del PRI (Zavala, Alcalá, Doger, Estefan, Morales y Amador) se acaben sacando el “mole”.
La gallera –escribió por ejemplo Fray Bartolomé hace unos días, en la columna institucional del Reforma- “anda muy alborotada en Puebla, donde los suspirantes a la gubernatura andan desatados”.
Y sí, que nadie luego se llame a engaño. Todos los días la prensa –o al menos cierto sector de ella- registra las tensiones, las divisiones y los enconos propios del caso.
¿Será porque más tardan los suspirantes en pedir equidad y respeto que el dueño del balón (y del estadio y de los vestidores y de las porras y de los uniformes) en mandarlos a callar?
Sí, amadísimo cómplice: el pronóstico del tiempo (político) anticipa tormenta con fuertes ráfagas de viento y lluvia intensa con granizo, y verdaderos huracanes formándose a lo lejos y avanzando lenta pero sostenidamente hacia la Angelópolis.
Qué Dios nos agarre confesados.
Querido diario: te busco –y te cuento- luego.