… Y EL INAH CALLA COMO MOMIA

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El silencio sepulcral que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) guarda respecto del daño y agresión al patrimonio y memoria históricas de Puebla, por parte de la fotógrafa “La Triste Alatriste”, quien pegó algunas de sus “obras” en los medallones de la Catedral, comienza a tener un aroma fétido de sospechosa complicidad.

A pesar de que se ha buscado reiteradamente su posición, el INAH y sus funcionarios, nacionales y el encargado en el estado, ni ven, ni oyen.

Hay una severa indignación colectiva, por la agresión de esta “artista”, quien pretendió hacerse promoción en un monumento que, además, por si no lo sabe, es símbolo y recinto de fe de los católicos de Puebla.

Supina ignorancia de “La Triste Alatriste”.

¿O fue un desafío y ofensa con toda intención lo que pretendió al pegar sus fotografías la semana pasada?

La fotógrafa, que en realidad se llama Ivonne Alatriste, no ha recibido todavía ningún apercibimiento o sanción por el daño que realizó.

O no las conocemos, a pesar de que se ha demandado información.

Por declaraciones del rector de la Catedral, Francisco Patricio Vázquez, se ha conocido que hay la intención de presentar denuncias.

Lo harían la Secretaría de Cultura estatal y el Centro INAH Puebla.

Pero sólo eso sabemos, mientras el propio Instituto calla.

Guarda un silencio cómplice.

¿Acaso Alatriste tiene algún fuero especial ante los funcionarios federales?

Desde la llegada de la actual administración federal, no hemos sabido mucho de la defensa del patrimonio histórico de Puebla que el INAH debe hacer.

El 16 de junio pasado se supo del relevo en el Cetro estatal (delegación).

“Por acuerdo con la Secretaria de Cultura del Gobierno de México, Alejandra Frausto Guerrero, el director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Diego Prieto Hernández, nombró al arquitecto Manuel Villarruel Vázquez, como nuevo titular del Centro INAH Puebla, en sustitución del arquitecto Ambrosio Guzmán Álvarez”, reza un boletín de ese día.

Nada conocemos del trabajo o acciones Manuel Villarruel Vázquez.

Pero este caso, además, debiera estar en el interés del mismo director general, Diego Prieto Hernández.

Pero no.

No es así.

En el pasado, en las administraciones federales de PAN y PRI, el INAH al menos fijaba posturas.

Incluso cuando en el morenovallismo se demolió la Casa del Torno, del Barrio del Artista, para intentar construir la estación del caprichoso teleférico del finado Rafael Moreno Valle, el INAH dio la cara.

Paró a rajatabla los trabajos.

Obligó a reponer, en lo posible, ese inmueble histórico.

Sin concesiones.

Sin influyentismos.

Sin complicidad.

Qué sospechoso silencio el de hoy.

gar_pro@hotmail.com

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