Con su estilo particular, directo y ajeno a los eufemismos, que disgusta a algunos y deja convencidos a muchos, Francisco Romero Serrano, auditor Superior del Estado (ASE), emprendió una cacería de alto riesgo, una pesca en aguas profundas, con la ley en la mano, contra los presuntos responsables de la corrupción en 21 municipios de Puebla, con lo que declinó a nadar de a muerto, como era la tradición, como hubiera podido hacer, esperando beneficios secundarios, desde la silla de su despacho y sin complicarse la existencia.
Muchos lo hicieron antes.
Utilizaron a la Auditoría Superior del Estado a conveniencia.
Romero se comprometió con la meta de este régimen, de poner fin a la impunidad.
Esa tan común.
Muchas veces producto de negociaciones extrajudiciales.
El auditor ha comenzado esta temporada con 21 municipios, en donde los ex alcaldes presumiblemente realizaron millonarios desfalcos.
No se puede argumentar que en esta labor haya un sesgo partidista.
Hay ex funcionarios de todos los colores.
El rasero es parejo.
A rajatabla.
No debió ser una decisión fácil, que se caminara sobre alfombra de terciopelo.
Justo unos días antes de que comenzarán a conocerse las denuncias contra esos 21 ex presidentes municipales, el auditor fue blanco de un intento de campaña de desprestigio.
Guerra negra.
Lo acusaron de presunta colusión para favorecer a algunos indiciados.
Para pasar la vista de largo, con auditores externos y auxiliares, sobre las anomalías.
Fue acusación de un día.
No pasó a más.
Francisco Romero Serrano no se dobló.
No lo doblaron.
Las que pasaron de largo fueron las presiones.
No distrajo su labor.
Ni él ni su equipo.
Hoy conocemos que los 21 ex alcaldes ya fueron denunciados ante la Fiscalía General del Estado (FGE).
Los procesos comenzaron formalmente el 5 de octubre.
Ya cumplieron con la ratificación de ley.
Van por los presidentes municipales.
También por sus tesoreros.
Lo mismo sobre sus contralores.
Igual contra las personas físicas y morales que, presumiblemente, se coludieron, para “facturar operaciones simuladas”, en muchos de esos casos.
Un modus operandi similar.
Repetido al descaro.
A los ojos de los especialistas, se ven sólidas las acusaciones.
Las 21 carpetas.
Van en sintonía con los catálogos de anomalías que ha detectado el Sistema de Administración Tributaria (SAT).
Vienen más casos.
En otros órdenes de responsabilidad.
Ahí está el caso BUAP, ya con denuncias presentadas y detenidos, pero vienen más, muchos más.
Hace no mucho, Francisco Romero dio una entrevista de semblanza.
Relajado, dejó ver su lado humano.
Platicó de su afición a la pesca.
Su pasión por el buceo también.
Eso explica su cruzada en aguas profundas.
Va en busca de peces gordos.