La llegada de Mario Delgado Carillo, una vez que ganó la tercera encuesta que organizó el Instituto Nacional Electoral (INE), a la presidencia del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de Morena, les pone un muy necesario hielo a las pasiones de los grupos poblanos y presenta un mejor escenario hacia la selección de candidatos, pero ni de lejos garantiza que los conflictos internos, la guerra de castas entre puros y neomorenistas, esté por concluir en Puebla.
En principio, porque cada facción o tribu morenista habla su propio idioma y se niega a dialogar con la otra.
Con el arribo del colimense, sin importar el destino del berrinche y las impugnaciones que está presentando Porfirio Muñoz Ledo, en el papel pierden los puros poblanos.
Ese grupo que está identificado con la presidenta municipal capitalina Claudia Rivera Vivanco.
Sin embargo, hay que recordar que el Consejo Nacional de Morena, que es en realidad el órgano máximo de decisión colectiva, sigue en manos de su presidenta, Bertha Luján, lÃder moral de los puros a nivel nacional.
De hecho, para conservar esa posición, Luján, también mamá de la secretaria del Trabajo, Luisa MarÃa Alcalde Luján, para más referencias, prefirió no ir a la contienda por la presidencia del CEN.
Bertha y su grupo en el paÃs ven con buenos ojos las aspiraciones de Rivera hacia la reelección.
De hecho, que Mario Delgado sea el presidente del CEN no descarta en automático la posibilidad de la nueva candidatura para Claudia.
Por supuesto, tampoco le asegura la postulación.
Simplemente la complica.
La mejor posibilidad ahora será, en todas las posiciones, para los aspirantes identificados con los grupos del gobernador Miguel Barbosa y del senador Alejandro Armenta.
Incluso, Delgado viene a ser una suerte de mediador definitivo e irrebatible, en las decisiones que los dos grupos deberán respetar.
Claro que hay de afectos a afectos.
En la ponderación, el todavÃa coordinador de los diputados federales de Morena tiene más lazos, compromisos y cariño con Barbosa.
Juntos surcaron dos legislaturas como senadores, entre 2012 y 2018.
Sin embargo, al haber ido los dos grupos en apoyo del próximamente diputado federal con licencia, seguramente habrá un clima de mucha cordialidad a la hora de repartirse el pastel de las candidaturas.
Más allá de lo que reclame Porfirio ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y de cómo se resuelvan sus impugnaciones, el pleito continuará en Morena.
Los puros hoy dueños del Consejo Nacional van a disputar las decisiones al Comité Ejecutivo Nacional, hoy en manos de Delgado y de los neomorenistas.
La guerra de castas, el pecado original del morenismo, no se extingue hoy con esta nueva dirigencia.
Esa parece eterna.