LA VIDA, LA MUERTE Y SUS ALTOS COSTOS, EL OTRO ROSTRO CRUEL DEL COVID-19

ISSSTE . HOSPITAL REGIONAL . FUNERARIA

La vida de cualquiera de nosotros, en el terrible caso de caer contagiados gravemente de Coronavirus, podría quedar en manos de los médicos, quienes en no pocos casos tendrán la difícil decisión sobre quién vive y quién muere. La escasez de insumos y equipos los pondría en esa disyuntiva. “Jugar a ser Dios”, le llaman algunos, aunque seguramente es un “juego” ante el que ninguno quiere verse. El rostro doloroso de la pandemia del COVID-19 es también de costos económicos, incluso en el desenlace fatal. El gobierno del estado ha revelado que diariamente la atención de cada paciente infectado en hospitales públicos cuesta 64 mil pesos en piso y hasta 82 mil en terapia intensiva. También ha tenido que advertir a las funerarias que no abusen. Es un rostro muy cruel de esta enfermedad que también existe y que hoy nos mira de frente.

La curva epidémica en el país, que está por generar -si no es que ya generó- el decreto de la Fase 3, viene creciendo en proporciones geométricas.

Cada vez estamos más cerca de las definiciones sobre la vida y la muerte.

Desafortunadamente.

Inexorablemente.

Si no se consigue ese anhelado “aplastamiento” de esa curva, que han buscado las autoridades de Salud, y se desbordan los casos graves, las consecuencias serán de proporciones muy severas.

El sistema hospitalario nacional colapsaría.

No hay suficientes insumos, ni camas, ni los equipos indispensables, como los respiradores, para salvar las vidas.

Entonces, los médicos estarían ante la disyuntiva de seleccionar al superviviente

La Guía Bioética de Asignación de Recursos de Medicina Crítica, que emitió el Consejo de Salubridad General, recomienda poner en primer lugar a los pacientes más jóvenes.

Esto, en el caso de que no alcancen los insumos, como podría ocurrir con el COVID-19.

Se estima que los ancianos tienen menos posibilidades de sobrevivir.

El caso en sí mismo es complicadísimo.

Abre un debate muy profundo.

Existencial.

Filosófico.

Pero el médico que deberá tomar la decisión no tiene tiempo para éste.

Deberá definirlo en minutos, en segundos.

¿Jugar a ser Dios?

¿Definir la existencia misma de un ser?

De alguna manera sí.

A los costos éticos, morales y personales de las decisiones, hay que sumar los económicos.

La atención médica en sí, pero también los costos del fallecimiento para los familiares.

De ahí el llamado con tono de advertencia del gobierno estatal a que las funerarias no se excedan.

Que no lucren.

El COVID tiene muchas dimensiones.

Muchos rostros.

Y este es uno de los más despiadados.

gar_pro@hotmail.com

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