El miedo nos inunda a quienes tenemos hijos o hijas, cuando un caso o varios, como ha sucedido últimamente, de asesinatos de niñas nos muestran de súbito nuestras vulnerabilidades. También a quienes no son padres. Fátima, la pequeña de 7 años violada y torturada antes de su muerte, en la Ciudad de México, cuyos presuntos asesinos ya fueron capturados. La menor de 14 años, apuñalada fatalmente y hallada en Nanacatepec, Zihuateutla, en la Sierra Norte poblana. Mayra, la niña de 9 años ultrajada y ultimada junto con su abuela en Chietla, también Puebla. Son los casos recientes que indignan, enfurecen y generan terror. Lo más preciado que tenemos está inerme. La contundencia del “puede pasarnos a todos” no debe paralizarlos, sino alertarnos a cuidarlos, todos, lo mismo a los hijos propios que a los ajenos. Es una labor colectiva urgente. Que el dolor no nos congele, que sea acicate para defenderlos y defenderlas en un país cuyas instituciones están rebasadas y además lucen indiferentes ante la matanza.
Junto con la furia y la irritación social por los feminicidios de menores, vengan la reflexión y la revisión de lo que nos está pasando.
De acuerdo con Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), el estado de Puebla es cuarto lugar nacional en el índice de niñas, niños y adolescentes extraviados o desaparecidos en México.
Las cifras son una radiografía de 2010 a 2018.
Más de la tercera parte de los desaparecidos en ese periodo han sido casos de Puebla: 34.7 por ciento.
Puebla también ocupa el quinto lugar con más adolescentes en prisión.
El diagnóstico es obvio.
Desde casa y como sociedad, los poblanos estamos fallando en la atención a menores.
La alerta debe ser altísima.
De acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia e México (REDIM), son el Estado de México y Puebla las entidades que suman en conjunto 3 de cada 10 de las desapariciones de menores de todo el país.
Algo (mucho) no está funcionando aquí.
Mucho hay que hacer.
Todos.
La rabia colectiva por los asesinatos recientes de niñas debe servirnos para avanzar en la protección de menores, hombres y mujeres.
Crear mejores protocolos escolares, educación en casa, reformas legales… es interminable la labor pendiente.
Apenas el lunes 27 de enero, en Escape Lagunillas, una junta auxiliar del municipio de Chietla, Puebla, se halló el cadáver de una niña, que presuntamente fue atacada sexualmente.
La pequeña Mayra tenía manos y pies amarrados.
También fue hallado el cuerpo de su mamá, Isabel, de 36 años.
Una supuesta disputa de tierras habría sido la causa del crimen.
Algunos familiares están involucrados.
Las pesquisas y la búsqueda de los presuntos implicados siguen.
Luego, el horror tuvo magnitud nacional e internacional, días después con otro caso, el de Fátima.
La pequeña de 7 años que fue hallada muerta, con signos de tortura y abuso sexual, días después de su desaparición, la que ocurrió al salir de su escuela en Santiago Tulyehualco, alcaldía de Xochimilco, en la Ciudad de México, el 11 de febrero.
El cuerpo se encontró en la alcaldía Tláhuac.
Por la tarde-noche de este miércoles, Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, informó de la captura de los presuntos asesinos.
“Informo que los presuntos responsables del feminicidio de la menor Fátima Cecilia fueron detenidos en un poblado del Estado de México con el apoyo de la Guardia Nacional y de las autoridades del @Edomex, quienes colaboraron con la @SSP_CDMX y con la @FiscaliaCDMX desde la mañana”, escribió en Twitter.
También este miércoles una niña de 14 años fue encontrada asesinada con un arma punzo cortante, en el municipio de Zihuateutla.
¡Otra vez en Puebla!
El caso de esta pequeña ocurrió en la Sierra Norte.
Es el quinto feminicidio de poblanas en menos de 15 días.
La gravedad es terrible.
Las autoridades del estado han llamado a las escuelas, particulares y oficiales, a fortalecer sus protocolos de cuidado de los menores.
Pero la responsabilidad es de todos.
El #ConLosNiñosNo debe ser contundente.
Cuidémoslos todos.
Son los tuyos.
Los míos.
Y juntos, que sean todos ellos y ellas, los nuestros.