LA REFORMA POLÍTICA QUE VENDRÁ (POR NECESIDAD) TRAS EL 1 DE JULIO

ELECCIÓN . CASILLAS . ACATLÁN

Cualquiera que sea el resultado de los procesos electorales locales y federales el próximo domingo, es previsible que en el país y en el estado, con una nueva configuración de las fuerzas políticas, vengan reformas políticas con énfasis electoral, tanto a nivel nacional como en Puebla. Los partidos y sus legisladores en la entidad deberán sopesar la conveniencia de mantener elecciones concurrentes o plantear el regreso a comicios estatales en sus propios tiempos. El estado, en cualquier escenario, será otro y una nueva era comenzará este 2 de julio.

De entrada y a pesar de que la oposición sea minoritaria en la próxima legislatura del Congreso de la Unión, hoy más que nunca es fértil el terreno para que tanto el PRI como el PAN empujen la posibilidad de la segunda vuelta en la elección de Presidente.

En el pasado, uno y otro se opusieron, porque tenían el poder federal en la mano, desde donde se puede operar con éxito la permanencia.

No necesitaban esa opción, ese Plan electoral B, que tienen muchos países sudamericanos.

Sin embargo, la lección que, con seguridad, dejará 2018 muestra que no es tan mala idea mantener una puerta de emergencia cuando no se tiene de manera natural la delantera en las preferencias electorales.

Ahora podría ser la izquierda, representada en el Movimiento Regeneración Nacional (MORENA) y sus partidos acompañantes, la que se oponga en la Cámara de Diputados y el Senado de la República, en donde serán las bancadas mayoritarias, de acuerdo con las previsiones.

Hay muchos otros puntos que revisar a la Ley General de Instituciones y Procesos Electorales (Legipe), que se expidió en mayo de 2014 y ha tenido pocas modificaciones.

Por ejemplo, la llamada spotización, ese modelo de comunicación política fracasado, inútil y costoso, que prohíbe la contratación de espacios en radio y televisión, pero satura los espacios y por tanto al electorado, sin que los partidos y candidatos logren los efectos buscados. 60 millones de (repetitivos y poco creativos) spots causan rechazo en lugar de empatía. Demasiado dinero tirado a la basura.

Otro asunto a revisión deben ser los periodos de precampaña e intercampaña, que resultaron ridículos y fueron utilizados abusivamente por los partidos que sencillamente adelantaban decisiones, para, sin competencia interna real, ir con un candidato único y sí tener más días de proselitismo.

Uno más es el fracaso de los candidatos independientes.

Efectivamente los requisitos son muy duros para conseguir una candidatura sin partido en los sistemas federal y estatales, pero también hay clarísimas evidencias de que esas postulaciones terminan convertidas en prostitución política.

Ahí están los casos, lamentables, de El Bronco, que supuestamente absorbe votos opositores; Margarita Zavala, que terminó como esquirol de Acción Nacional (PAN), o Armando Ríos Piter, quien siempre fue un palero priísta.

Hay también episodios similares en Puebla y otros los estados de abanderados que, independientes o no, declinaron y de facto se vendieron al mejor postor.

Además, en el colmo, ninguno devolvió lo que gastaron en campañas con dinero público.

Para no ir lejos, eso hicieron el ex verdeecologista y hoy lopezobradorista Juan Carlos Natale López y varios candidatos del Partido Nueva Alianza (Panal).

Para el estado de Puebla, que a nadie le extrañe la propuesta de una nueva redistritación y cambios en las reglas del juego.

En el primer caso y una vez que, previsiblemente el PRI sea una bancada mínima y su representatividad se haya reducido sensiblemente desde sus días de esplendor, las bancadas de MORENA y los partidos que integran el morenovallismo buscarán asegurar sus cotos territorialmente.

En el segundo, no estará tan lejana la propuesta de regresar al viejo esquema de divorciar en tiempo y espacio las elecciones estatales de las federales.

En principio porque la concurrencia de elecciones no disminuyó su costo.

La reforma que se realizó a propuesta del ex gobernador Rafael Moreno Valle en 2012 y que concretó el nuevo esquema, jamás consideró la posibilidad de que la popularidad y fuerza de un candidato presidencial arrastrara inmerecidamente a los abanderados a otros cargos.

Esa previsión no la tenía ni Andrés Manuel López Obrador en el horizonte.

El 2 de julio, ya lo habíamos dicho, amanecerá distinto.

A la pregunta de “¿qué sigue?”, la respuesta sería: el reacomodo de fuerzas y las reformas.

gar_pro@hotmail.com

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