EN MARCHA LA RECONSTRUCCIÓN DE LOS GRUPOS POLITICOS EN EL ESTADO DE PUEBLA

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La elección que veremos en Puebla no sólo resulta inédita por la concurrencia que habrá en lo que se refiere a la cantidad de cargos que estarán en disputa. Resulta interesante porque de alguna u otra manera acudimos a la renovación de la clase política poblana. Si bien es cierto existen algunas resistencias en todos los partidos, varios de los candidatos que estarán compitiendo formarán parte de las nuevas caras que habremos de ver en los próximos años haciendo política en el estado y quizá en el país.

Por ejemplo, el PRI. Aparentemente está sumergido en el caos, pero quizá no lo está tanto como se ve desde afuera, o al menos desde la lógica y planeación del grupo del presidente Enrique Peña Nieto.

Supongamos que todo obedece a un reacomodo de fuerzas y de un nuevo modelo de hacer política.

Por muchos años el partido se movió en una inercia que finalmente fracasó en el año 2000.

No fue sino 12 años después de perder por primera vez la Presidencia de la República, que se pudo triunfar nuevamente.

Sin embargo, esto no ha sucedido en todos los estados.

Por ejemplo, en Puebla se dio con el triunfo de Rafael Moreno Valle hasta 2010 y el PRI ya perdió nuevamente en 2016, aunque se minimice señalando que fue en una elección para una “mini gubernatura”.

En todo esto existe un proceso de “depuración” que de cierta manera podríamos considerar como normal, donde las viejas prácticas y los modelos anquilosados de toma de decisiones poco a poco dejarán de tener influencia, ya sea porque se cambien los métodos o porque algunos personajes se retiren o cambien de partido.

Después del triunfo de Rafael Moreno Valle en 2010 inició una etapa de dispersión de los grupos que denominaremos “hegemónicos”, encabezados por los ex gobernadores Melquiades Morales Flores (“melquiadistas”) y Mario Marín Torres (“marinistas”).

Los integrantes de ambos grupos que se diseminaron poco a poco se han ido agrupando en torno a “liderazgos emergentes”, que surgen por necesidad de concentrarse en torno a personas que de alguna u otra manera “tienen poder”, ya sea porque les están delegando o les fue asignado poder.

El grupo melquiadista no tuvo problema para mantenerse como hegemónico, solo que lo hizo desde el PAN, borrando de facto a los grupos tradicionales (El Yunque y compañía) que no únicamente perdieron el partido, también perdieron el poder.

El heredero del melquiadismo es el grupo de Rafael Moreno Valle, quien pretende mantener su hegemonía a través de su esposa. De ganar Martha Erika Alonso el próximo 1 de julio, este grupo estaría gobernando por un lapso de casi 15 años.

Por eso la importancia que tiene esta elección.

Al interior del PRI, una vez nombrado Enrique Doger Guerrero como candidato, inició el traslado del poder.

El grupo de Doger, con todo y que hereda un partido con serios problemas organizativos, está llamado a ser el grupo hegemónico al interior del priismo. La llegada de Javier Casique Zárate, operador por excelencia del ex delegado del IMSS, a la Secretaría General del tricolor iría en esa lógica.

El gran reto que tienen los dogeristas es planificar una campaña que le permita obtener los votos suficientes para ganar a la maquinaria morenovallista, sobre todo porque al interior de su partido existen una serie de personajes que tienen sus lealtades en otras organizaciones.

Algunos han jugado bien su papel, cobran en donde les arrimen un dinero que toman sin pudor.

Sin embargo, observamos que en este proceso electoral han ido cayendo las máscaras.

Algunos, de hecho, abiertamente ya operan para otros partidos, como es el caso de ex gobernador Mario Marín, por más que por medio de sus voceros envíe mensajes de que él y “El Torito” son inocentes e incapaces de traicionar al presidente Peña Nieto, el mismo que le garantizó impunidad.

De MORENA se pueden decir muchas cosas, sin embargo las huestes del ex perredista Luis Miguel Barbosa tienen el reto de generar una estructura al interior del estado que permita que las expectativas que se generan a partir de la fuerza de Andrés Manuel López Obrador se materialicen.

Sobre todo porque, como ya lo señalábamos en la entrega del pasado jueves, su proceso interno ha dejado una serie de heridas en la militancia de base, que no acaba de entender las candidaturas de algunos personajes provenientes de otros partidos, como las de los ex priístas marinistas Alejandro Armenta y Nancy de la Sierra, y la del propio Barbosa.

La apuesta fue muy arriesgada, sin embargo no deja de ser una apuesta y sólo los resultados habrán de poner a cada quien en su lugar.

En todo caso, únicamente resta esperar los tiempos legales para ver de lo que son capaces los grupos y los personajes involucrados en la disputa por el poder en el estado de Puebla.

De cualquier manera hay que estar preparados para ver cosas inéditas.

De eso podemos estar seguros.

gar_pro@hotmail.com

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