Mal lector de la política y de los contextos, los matices, las perversidades y las veleidades de la misma; sobrevalorado por sus admiradores; incapaz él mismo de poner bien los pies sobre la tierra y por tanto de ubicarse en una realidad muy distinta a la que suele plantearse desde la academia o la comodidad de un escritorio o cubículo, Enrique Cárdenas Sánchez creyó que sería muy fácil conseguir la candidatura al gobierno del estado por la vía independiente.
Seguramente pensó -o sus seguidores y porristas le hicieron creer- que, tras hacer berrinche porque MORENA no le regaló la candidatura que finalmente recayó en Luis Miguel Barbosa, los poblanos iban a salir masivamente de sus casas, cuales hordas sedientas de “democracia”, a obsequiarle las 132 mil 552 firmas que requiere (el 3% del listado nominal electoral) para poder aparecer en la boleta este 2018.
El ex rector de la UDLAP se ha topado con un panorama muy distinto al esperado: no ha conmovido a nadie -o sí, a un puñado de optimistas desinformados- y la debilidad estructural de su “candidatura”, así como el pastoso -y timorato- discurso que suele manejar en sus presentaciones públicas y privadas, acertando en los diagnósticos pero rehuyendo señalar culpables e incluso ofrecer soluciones a los más graves problemas que enfrenta el estado, están hundiéndolo poco a poco en ese pantano llamado fracaso.
No por nada el maestro y doctor en Economía por la Universidad de Yale se ha aferrado a un último clavo ardiente: presentar una apelación a la negativa del Instituto Electoral del Estado (IEE) para ampliarle el plazo que otorga la ley -30 días- para la obtención de apoyos ciudadanos, lo que de proceder, acabaría por convertirlo en un aspirante de excepción, pero al parecer tampoco le funcionaría para lograr su sueño guajiro de lograr ser candidato independiente.
Y es que el verdadero -y más grave- problema de Enrique Cárdenas es, además del escaso tiempo que el Código Electoral dispone para lograr el total de firmas requerido, el flojo rendimiento de los 235 gestores que tiene acreditados ante el IEE, pues cada uno de ellos únicamente consigue registrar 1.62 firmas por día, es decir, casi 381 cada 24 horas, un promedio total y absolutamente deficitario, que vuelve imposible llegar a la meta de 132 mil 552. Para ello requeriría reunir 4 mil 419 diarias -184 por horas-, un verdadero sueño de Morfeo.
De acuerdo con el corte del pasado 23 de enero, el Premio Nacional de Economía Banamex había reunido 5 mil 925 apoyos, pero de esos sólo 5,196 aparecían en el Listado Nominal del INE. Es decir, todavía tenía que obtener 127 mil 356.
Una auténtica misión imposible, reflejo de la flaqueza de la opción representada por un Cárdenas Sánchez engañado por su propio espejo, pero también del modelo de las candidaturas independientes en un país como México dominado por la partidocracia y en el que el divorcio entre los políticos y los ciudadanos es pronunciadísimo y parte de la fractura democrática que nos incendia sexenio tras sexenio.
Porque el caso del ex rector de la Universidad de las Américas Puebla no es el único, pues, al revisar las más recientes cifras, la mayoría de los 21 aspirantes a candidatos ciudadanos para la gubernatura, diputados o presidentes municipales, muchos de ellos a la sombra o bajo el patrocinio de Enrique Cárdenas, no está en condiciones de lograr su cometido. ¡Y tienen el tiempo encima!
En cuanto a la candidatura a Casa Puebla, el caso más patético, como puede observarse, es el del primo incómodo de Melquiades Morales Flores, José Jorge Trinidad Morales Alducin, quien al último corte apenas sumaba 213 de las 132 mil 552 firmas exigidas.
La excepción a la regla son Florencio Galicia Fernández, Javier Meneses Contreras, Tayde Martínez Castillo y Ángel Morales Ugalde, aspirantes a candidatos independientes por las presidencias municipales de Yehualtepec, Domingo Arenas, Tlaltenango y Palmar de Bravo, respectivamente, quienes ya consiguieron los apoyos equivalentes al 3% del listado nominal; Ángel Morales, por cierto, es hermano Pablo Morales, el edil detenido y acusado por su presunta relación con la venta de combustible robado en la zona conocida como “Triángulo Rojo” en Puebla.