La irrupción de Xóchitl Gálvez movió el tablero de la sucesión presidencial, modificó proyecciones y estimaciones, sacudió al régimen -AMLO no deja de hablar de ella-, puso a temblar a las “corcholatas” de Morena y sobre todo revolucionó de un día para el otro la vida interna de los partidos que están sumados al Frente Amplio por México.
Nadie la vio venir, mucho menos con tal fuerza, y se les coló hasta la cocina.
En el PAN, por ejemplo, ya daban por sentado que el candidato sería el anticlimático, aunque sin duda inteligente, Santiago Creel Miranda; de hecho, los comités directivos estatales del blanquiazul -incluyendo el de Puebla- ya habían recibido “línea” en ese sentido por parte de su líder nacional, Marko Cortés.
“Todos con Creel”, fue la instrucción.
Hoy por hoy, por eso, el peor enemigo de Xóchitl Gálvez no es Morena, ni AMLO ni la 4T, sino un PAN que, fiel a su costumbre, prefiere perder las elecciones con tal de controlar el partido, las prerrogativas y las plurinominales, el gran negocio de la burocracia azul.
Creel les garantiza eso, Xóchitl lo pone en riesgo.
Ahora habrá que ver si los panistas la dejan pasar, o sabotean al que sin duda es el mejor perfil que la “oposición” podría presentar en 2024.
No sé si a Xóchitl Gálvez le alcance para ganar la Presidencia; falta mucho y tendrían que juntarse varias variables y generarse varias inercias, como la caída, consolidada, de una Claudia Sheinbaum que no emociona ni a su reflejo en el espejo.
Pero, sin duda, su candidatura luce competitiva -mucho más que Creel, Enrique de la Madrid o Beatriz Paredes- y podría jalar a los candidatos del Frente por México a diputados federales y senadores, a fin de que Andrés Manuel López Obrador no logre las mayorías absolutas que anhela para acabar de destruir al país.
Es el poder Legislativo, no tanto la Presidencia, el gran epicentro de lo que se juega en 2024, pero hasta hoy son pocos quienes lo ven o entienden así.
En el PRD, mientras tanto, la insurgencia de Xóchitl Gálvez dividió al ya de por sí dividido sol azteca.
Cualquiera pensaría que cerrarían filas con uno de los suyos: Silvano Aureoles (ex gobernador de Michoacán) o Miguel Ángel Mancera (ex jefe de gobierno de la CDMX).
Pero no.
Nueva Izquierda, la corriente dominante encabezada por Jesús Zambrano y Jesús Ortega, ya se decantó por Xóchitl Gálvez y ya hasta empezó con la recolección de firmas de apoyo, de forma organizada, entre las filas perredistas en todos los estados, incluyendo Puebla.
Esto ha causado serias diferencias con Alternativa Democrática Nacional (ADN), otra tribu importante del PRD, liderada por el ex senador Héctor Bautista, que ha puesto todas sus canicas en Miguel Ángel Mancera y no quiere que Xóchitl se convierta en la candidata del Frente Amplio por México.
¿La razón?
Gálvez pone en riesgo sus pequeñas grandes islas de poder y no pocas candidaturas plurinominales, mismas que históricamente han sido, finalmente, el gran negocio de la burocracia perredista.
¿Y el PRI?
Bueno, el PRI no tiene remedio y, como todo mundo sabe, su dirigente nacional, “Alito” Moreno, juega para López Obrador -como Dante Delgado, de MC- y en su momento intentará dinamitar tanto la alianza como la muy probable candidatura de Xóchitl Gálvez, a quien detesta porque su insurgencia pone en peligro sus oscuros acuerdos con Palacio Nacional y Bucareli.
“Alito” es el Gran Simulador del Frente Amplio por México y lo tienen comiendo de la mano -por decirlo con elegancia- de la 4T ante el cúmulo de expedientes y grabaciones con más y más actos de corrupción; un movimiento en falso, y lo acaban.
Por eso, de paso, ha hecho el vacío tanto a Beatriz Paredes como a Enrique de la Madrid, éste sin duda un buen perfil, pero más como presidente que como candidato lamentablemente.
La reciente desbandada de personajes como Miguel Ángel Osorio Chong, Claudia Ruiz Massieu, Eruviel Ávila, Nuvia Mayorga y muchos más, no es obra de la casualidad: “Alito” es el sepulturero de lo que queda del PRI.
Mientras todo esto ocurre en el PAN, PRD y PRI, López Obrador le sigue haciendo la campaña a Xóchitl Gálvez: cada ataque, cada mención, cada referencia, desde “la mañanera” -la verdadera alta tribuna el país-, la posiciona, la fortalece y la blinda.
Ahí está, por ejemplo, la más reciente encuesta de El Financiero, que reporta que la opinión positiva de Xóchitl Gálvez subió 10 puntos entre junio y julio, al pasar de 24 a 34 por ciento.
Aunque ojo, no hay que echar las campanas al vuelo y es importante esperar nuevos sondeos, pues si bien subió en popularidad, esto no se ha visto reflejado en la preferencia por quién debería encabezar la candidatura de la alianza PAN-PRI-PRD.
En ese rubro, el más importante, Xóchitl Gálvez empata con Santiago Creel con el 13% de las menciones, mientras que De la Madrid capta el 12%.
Atrás aparecen Beatriz Paredes, con 8%; Silvano Aureoles, con 6%, y “algún otro aspirante”, con 4%.