La porfiada negativa de Andrés Manuel López Obrador a usar cubrebocas, el que han recomendado los científicos como herramienta sanitaria efectiva para combatir la pandemia de COVID-19, no tiene justificación racional alguna y por ello sí muchas hipótesis, que van de lo místico, pasando por lo propagandístico, hasta llegar a lo simplista.
El caso de Emilio Lozoya Austin y la corrupción en Pemex para pagar campañas políticas, sobornos a legisladores para aprobar las reformas del anterior gobierno y para integrar un coro opositor a modo del peñismo, está muy lejos de buscar la verdadera justicia.
Con el respaldo que verdaderos empresarios del estado y de la esfera nacional dieron a las acciones contra la pandemia del COVID-19 que ha realizado y mantenido, por encima de las reclamaciones necias, el gobierno estatal, varios “líderes” -así, entre comillas- patronales quedaron en evidencia con sus reales intenciones: politizar un tema tan delicado y del que depende la vida de muchos poblanos.
Periodista desde 1990, Reportero, Coordinador Editorial, Director y Columnista
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