En lo institucional y en lo personal, Enrique Peña Nieto y el gobernador Tony Gali han conseguido establecer una relación coordinada, directa y franca, alejada de los cálculos político-partidistas y la contaminación que representa la cercanía de los procesos electorales de 2018. Es una relación republicana químicamente pura. Sin necesidad de endulzarse los oídos y haciendo a un lado cualquier voz que incite al sonido de los tambores de guerra en el PRI local, los gobiernos federal y estatal han dado muestras de cooperación y sincronía, en el combate a los chupaductos, en la gestión directa para la liberación de recursos y en la agilidad de los apoyos. Hay un mismo equipo para Puebla.