Pese a los acuerdos previos logrados por las diferentes corrientes que se mueven al interior de la Sección 51 del SNTE, para aceptar alinearse en torno a la candidatura de la maestra Martha Cortés Chumacero, para suceder en la Secretaría General al profesor Cirilo Salas, por primera vez en la historia la disidencia se salió de control.
Y no sólo eso: tomó por asalto las riendas del sindicato magisterial, lo cual es un golpe al corazón del morenovallismo, entre otras cosas porque es un dirigente que nada le debe y por lo tanto no podrá tener dominio pleno de él.
La renovación de dirigencias en las secciones 23 y 51 del SNTE era un asunto crucial, por las aspiraciones presidenciales del gobernador Rafael Moreno Valle, quien necesitaba tener el control absoluto del magisterio y no parcial, como ocurrirá tras el inesperado arribo del profesor Jorge Luis Barrera de la Rosa.
El mismo que, discreta pero consistentemente, vino desde atrás, logró agrupar a todos los inconformes y pudo conjurar la intentona de Cirilo Salas, quien tenía todo listo para entregar la estafeta a la maestra Martha Cortés Chumacero, su contralora interna en la sección 51, dispuesta a cubrirle las espaldas y enterrar todas sus corruptelas.
Indicaciones al más alto nivel que fueron transmitidas por conducto de la ex dirigente sindical y ex senadora Leticia Jasso, a cuyo grupo político pertenece Martha Cortés Chumacero, contando con la anuencia de Cirilo Salas y del grupo del diputado aliancista Guillermo Aréchiga, otro de los grandes perdedores de esta contienda, permitieron que todos los cacicazgos internos se alinearan en torno a dicha propuesta, que también contaba con la bendición del gobernador Rafael Moreno Valle.
Propuesta que fue derrotada de forma contundente. De ahí que es obligado revisar qué fue lo que pasó, cómo fue que Barrera de la Rosa consiguió llegar a la dirigencia magisterial en contra de la maquinaria.
Cuenta la leyenda que al gobernador no le gusta perder ni en los volados, pero esta vez perdió algo más que eso: el control de una buena parte del gremio, que podría ser la piedra angular de su proyecto presidencial.
Es decir, ni más ni menos que su pretendido ejército de operadores electorales para el 2018, que hoy se ve seriamente disminuido por la incómoda aparición de un verdadero talibán al interior del magisterio estatal y cuya biografía, que pronto le daré a conocer, ayudará a entender la exacta dimensión de lo sucedido en la Sección 51 del SNTE y el perfil que va a tomar el sindicato en los próximos meses.
Pero como dice la Nana Goya: esa… es otra historia.