Para entender un poco –o un mucho- lo que va a pasar en los próximos días en el proceso de renovación del Consejo General del IEE, hay que remitirse, entre otras fuentes, a las revelaciones que un versado en el tema hizo en septiembre de 2007, a través de un libro de su autoría publicado bajo el sello de Porrúa: “Código de Instituciones y Procesos Electorales del Estado de Puebla. Correlacionado, comparado, comentado e ilustrado”, tercera edición.
En efecto, ahí José Alarcón Hernández, experimentado político y actual representante del PRI ante el Instituto Electoral del Estado, dio detalles –algunos, no todos- de la forma como se dio la elección de los actuales consejeros del organismo electoral en 2006, es decir, mediante un proceso en el cual “sólo se cubrieron las formalidades del caso” (sic) y en el que fue clara la intervención de poderosos padrinos; “impulsores”, los denominó.
El libro, como se recordará, fue un escándalo –al menos en el círculo rojo-, principalmente porque fue la primera, y última vez, que un actor político de relevancia, profundo conocedor de las catacumbas del poder, aceptó entrelíneas lo que todo mundo sabe pero suele negar para evitarse, digamos, contratiempos: que el IEE es todo, menos un ente ciudadanizado, y que los consejeros electorales o tienen filiación partidista o son representantes del gobernador en turno o responden a intereses externos, que por obvias razones nada tienen que ver con la “independencia” e “imparcialidad” que los despistados a veces les atribuyen.
Incluso, José Alarcón se dio el lujo de publicar (“No resisto la tentación”, anotó, divertido) en la página 127 de su libro un cuadro con los nombres de los entonces 9 elegidos y los de sus “impulsores”, a efecto de que el lector realizara un ejercicio de identificación, no lineal, sino cruzando una columna con la otra, tal y como aquí aparece:
Como se puede notar, al final de dicho cuadro, el autor colocó signos de interrogación y señaló: “No se vaya con la finta, faltaron los nombres de dos poderosos impulsores, usted los puede anotar en las interrogantes”.
Nunca lo dijo, y seguramente nunca lo dirá –y menos escribirá-, pero a los iniciados en el tema les quedó claro que uno de dos “enigmáticos” padrinos fue el entonces todopoderoso gobernador de Puebla, Mario Marín Torres, quien directa o indirectamente hizo lo que tenía que hacer e impuso a la mayoría de los consejeros, con el fin de asegurarse el control del Consejo General del IEE y, por tanto, de los procesos electorales locales que le tocaron durante su sexenio.
La referencia viene al caso para señalar, entre otras cosas, aunque sea obvio, que con todo y alternancia en el poder estatal, de 2006 a la fecha nada ha cambiado y nada, absolutamente nada, cambiará.
Esto es: la elección del nuevo Consejo General del Instituto Electoral del Estado, proceso abierto ya en estos momentos, se efectuará de forma idéntica:
El gobernador Rafael Moreno Valle hará valer su fuerza para conseguir un organismo a modo de sus intereses, los de la elección local de 2013 y por ende los de su proyecto presidencial 2018, cediendo tal vez algunas posiciones al PRI de Enrique Peña Nieto (no se puede quedar mal con el nuevo presidente), a la izquierda (quizá como parte del acuerdo con el perredista Luis Miguel Barbosa) y posiblemente a El Yunque a través del PAN (que empujará, por cierto, a José Manuel “El Pingo” Rodoreda, que ya fue consejero electoral).
Pero nunca de los nuncas permitiendo que el IEE salga del control y de la órbita de Casa Puebla, lujo que no se puede permitir, y teniendo un telón de fondo: a los diputados integrantes de la famosa Comisión Especial Electoral como meros empleados u observadores, o convidados de piedra, de sus decisiones, tal y como lo hicieron en su momento los mandatarios Manuel Bartlett, Melquiades Morales y el citado Mario Marín.
Porque en Puebla, en el fondo, nada se ha modificado. A grado tal que en unas semanas más, José Alarcón podrá escribir, si así lo desea, las mismas palabras –irónicas y cargadas de malicia inteligente- que escribió en su libro (página 126) para consignar la elección de los consejeros en septiembre de 2006:
“La sesión del Congreso del estado, se efectuó ya atardeciendo, a las dieciocho quince horas. La sesión se realizó en calma, los acuerdos estaban tomados y sólo se cubrieron las formalidades del caso.
“Los diputados eligieron por unanimidad a los nueve afortunados. Ningún diputado votó en contra. Todas las fracciones parlamentarias estuvieron de plácemes, así lo expresaron en sus intervenciones en la tribuna de esa memorable sesión.
“Es verdaderamente atractivo y hasta disfrutable leer las crónicas de los periodistas de tan singular acontecimiento institucional, político y electoral.
“Los coordinadores de las fracciones parlamentarias, esa tarde-noche, habrían imaginado que merecían una corona de laureles por el éxito alcanzado” (sic).
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Los presidentes municipales de Puebla y San Andrés Cholula se encontraron casualmente en el Congreso Nacional de Alcaldes del PAN, que tuvo lugar en San Luis Potosí.
Enfrentados por el pleito territorial, tema que los ha llevado a subir el tono de sus declaraciones en los últimos días, Eduardo Rivera y Miguel Ángel Huepa, respectivamente, dialogaron en términos cordiales durante aproximadamente diez minutos.
Cuentan que cada quien defendió su postura pero, al final, acordaron hacer uso de la política para intentar resolver el conflicto.
¿Será?